Deberían los terapeutas prestar atención a las preocupaciones espirituales

Los psicólogos de hoy en día se sienten libres de discutir y evaluar la religión y la espiritualidad en psicoterapia, sin embargo, hay poca uniformidad, mucho menos pautas estandarizadas, para la práctica general y la evaluación. Con los años, de hecho, varios enfoques clínicos distintos han evolucionado.

Freud (1927) y Skinner (1953), cuyo enfoque caracterizó a los proveedores de servicios de salud mental tradicionales, mantienen un enfoque crítico y reduccionista. Escépticos de la religión y la espiritualidad, explican estas áreas exclusivamente en términos de sus respectivas perspectivas teóricas. Rizzuto (1979) y Meissner (1984), que demuestran una perspectiva neutral, presentan un enfoque descriptivo, que busca explicar por qué los individuos se desarrollan y cómo procesan las preocupaciones religiosas y espirituales. Jung (1933) y Frankl (1985) adoptaron un enfoque positivo de los asuntos religiosos y espirituales, considerando esta dimensión como esencial e innata. Más recientemente, Richards y Bergin (1997) defendieron un enfoque teísta, proponiendo una estrategia espiritual para la psicología y la psicoterapia convencionales. Esta postura asume, "Dios existe, que los seres humanos son las creaciones de Dios, y que hay procesos espirituales invisibles mediante los cuales se mantiene el vínculo entre Dios y la humanidad" (Richards y Bergin, 1997).

Albert Einstein señaló, "Es la teoría la que decide lo que observamos" (Watzlawick, 1977). Nuestros valores influyen en lo que entendemos como hecho. De hecho, las teorías, entendimientos y sentimientos del clínico sobre la religión y la espiritualidad influirán en lo que él o ella observará o permitirá en el tratamiento. Existe una gran disparidad entre los médicos, que van desde aquellos que no consideran la religión o la espiritualidad relevantes para la psicología del paciente ni perciben su rol en estos asuntos, en un extremo del continuo, para aquellos que abogan por una posición teísta, en el otro fin.

Para abordar la dimensión religiosa y espiritual, el clínico debe sentirse preparado personal y profesionalmente. Del mismo modo que los pacientes deben sentirse libres de abordar o no abordar asuntos religiosos y espirituales, esta misma libertad debe ser ofrecida a los médicos. Una cosa es requerir que los psicólogos sean sensibles a las cuestiones religiosas (como lo exigen las pautas éticas de la Asociación Estadounidense de Psicología, 1992) y otra esperar que los psicólogos evalúen las preocupaciones religiosas y espirituales de manera uniforme o en formas que no se vean afectadas por su propias creencias. Debido a las cuestiones personales, educativas, psico-filosóficas y psico-teóricas involucradas para el clínico en la evaluación de la religión y la espiritualidad en psicoterapia, los médicos deben aclarar su preparación en las siguientes cuatro áreas:

En primer lugar, los clínicos deben aclarar su propia postura psicorreligiosa. Aunque no se espera que los médicos sean guías religiosos o espirituales, ni se especialicen en esta área, no pueden perseguir esta dimensión crítica de manera efectiva sin tener una perspectiva consistente. El clínico debe establecer uno que corrobore sus creencias personales y teóricas, pero no limita la atención a las posibilidades y dimensiones más amplias de los asuntos religiosos.

En segundo lugar, los médicos deben adquirir un conocimiento básico de la religión y la espiritualidad de los pacientes. A fin de interpretar y comprender el papel y la función de la religión y la espiritualidad en la vida de un paciente, el clínico debe tener una apreciación básica de las tradiciones, rituales y creencias del paciente.

En tercer lugar, los médicos deben diferenciar entre los usos legítimos y problemáticos de la religión y la espiritualidad. El clínico debe equilibrar los objetivos de apoyar los valores que tiene el paciente y resolver los conflictos dentro de estos valores.

En cuarto lugar, los médicos deben abordar las dimensiones transferenciales y contratransferenciales de la religión y la espiritualidad. El material espiritual inevitablemente intensifica la transferencia, la resistencia y la contratransferencia, lo que puede complicar el proceso terapéutico. Si bien los temas religiosos y espirituales brindan oportunidades para comprender al paciente con mayor profundidad, la mala gestión de tales problemas crea oportunidades para confundir los límites y los roles y para malinterpretar el contenido de la lucha del paciente.

A medida que la psicología continúa reconociendo la importancia de la religión y la espiritualidad, y como la investigación distingue aspectos de las dimensiones que constituyen experiencias saludables y no saludables, la sensibilidad al sesgo y las medidas de evaluación continuarán perfeccionándose. Si bien este trabajo afirma la integridad de las consideraciones complejas de la religión y la espiritualidad, esta dimensión significativa nunca debe sufrir un reduccionismo radical, debe abordarse como unidimensional o, lo peor de todo, debe descartarse.

John T. Chirban, Ph.D., Th.D. es instructor clínico en psicología en la Escuela de Medicina de Harvard y autor de True Coming of Age: un proceso dinámico que conduce a la estabilidad emocional, el crecimiento espiritual y las relaciones significativas. Para obtener más información, visite www.dr.chirban.com, https://www.facebook.com/drchirban y https://twitter.com/drjohnchirban.