El anillo mágico que levanta la depresión

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Érase una vez, el Rey Salomón decidió humillar al más alto y poderoso de sus ministros. "Benaiah", tronó, vistiendo su cara más seria, "quiero que me encuentres un anillo. Busca alto y bajo y tráemelo. "" Su Majestad, sí, por supuesto. ¿Qué anillo sería? "" Es un anillo mágico ", dijo Solomon," lo que hace triste a su portador si está feliz y feliz si está triste ". Quiero usarlo para Sucot, que te da seis lunas para recuperarlo ".

Benaía recorrió todas las calles de la ciudad, tanto dentro como fuera de las murallas, y cada pueblo, aldea, casa y aldea a kilómetros de distancia. Cabalgó en provincias remotas con sacos de oro bajo su capa. Cruzó ríos y montañas en tierras paganas y hostiles. Consultó con sacerdotes y alquimistas, videntes y adivinos. Pero nadie podría venderle el anillo mágico.

Nadie siquiera había oído hablar de eso.

El fiel primer ministro regresó abatido a Jerusalén. Se deslizó a través de la puerta este y se dirigía hacia el palacio real cuando un mercader harapiento lo llamó por señas a su tienda. "Señor", dijo el retorcido anciano, "nuestros compatriotas, que solo hablan de su búsqueda, han estado sufriendo en su ausencia. Soy tan humilde y humilde como la tierra pisoteada, pero, aún así, puedo ser capaz de producir tu premio ".

El anciano sacó una sencilla banda de oro en la que procedió a grabar tres letras. Cuando Benaía vio el grabado, alabó al Dios Todopoderoso y recompensó al anciano con todo el tesoro que llevaba, e incluso prometió enviar por más.

Esa noche, una gran fiesta se llevó a cabo para Sucot, con las mejores telas y platos, los vinos y perfumes más ricos. "Bien, mi querido Benaiah, ¿has encontrado el anillo?", Soltó Salomón, sonriendo de oreja a oreja. Detrás de él, sus otros ministros rieron a la manera de hombres de poco peso o importancia. Pero para su asombro colectivo, Benaía sacó un hermoso anillo y, sosteniéndolo con ambas manos, se lo presentó a su señor y maestro.

Cuando Salomón inspeccionó el anillo, una nube oscura cayó sobre él. Sintiendo el cambio en el estado de ánimo, los ministros detuvieron su parloteo y risa y se quedaron callados.

En la banda de oro, el marchito mercader había inscrito las letras Gimel , Zayin y Yud , que comienzan las palabras Gam zeh ya'avor:

'Esto también pasará'.

La moraleja de esta fábula es que la magia está en la mente, donde residen las palabras y las perspectivas.

Neel Burton es autor de Growing from Depression , Heaven and Hell: The Psychology of the Emotions , y otros libros.

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Neel Burton
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