"El hombre planea y Dios se ríe"

El adagio en el título se traduce del alemán original ("Mann tracht un Gott lacht") y se refiere al hecho de que, por más planeados que podamos, los eventos impredecibles seguirán ocurriendo en nuestras vidas, para bien o para mal.

La aleatoriedad de la vida nos ha desafiado desde los albores de la humanidad. La mayoría de nosotros nos esforzamos por dar un toque de orden a nuestras vidas, ya que el desorden y el caos tienden a hacernos sentir ansiosos e incómodos. Tratamos de disminuir la imprevisibilidad en nuestras rutinas diarias y en la planificación a más largo plazo.

Pero el destino a menudo tiene sus propias ideas: ocurren cambios y eventos inesperados en nuestros viajes: a veces hay giros imprevistos en nuestros caminos, obstáculos o desvíos, que detestamos. En otros momentos, puede haber opciones y oportunidades placenteras.

Las cosas realmente suceden. Todos hemos conocido el placer y la serenidad, así como decepciones e indignidades. Hemos rebosado de confianza y también hemos dudado de nosotros mismos.

Por lo tanto, aprendemos a vivir con incertidumbre y ambigüedad, que tratamos de diferentes maneras. Algunos se sienten inmunes al mal destino ("Tengo buen karma"), pero sabemos que una sensación de invulnerabilidad ("No me puede pasar a mí") es temerario. Otros toman un enfoque vigilante como Chicken Little, esperando que el cielo se caiga. La gente religiosa puede ser tranquilizada por un Ser Supremo benevolente que los guiará de forma segura a cualquier destino que les depare.

La mayoría de nosotros, sin embargo, aprende a compartimentar. Evitamos el estrés de la vigilancia constante cerrando los peligros en nuestras mentes para que no interfieran con nuestras vidas cotidianas. También tratamos de prevenir problemas: protegemos nuestras casas para niños, comemos alimentos saludables y evitamos situaciones peligrosas. Pero nos damos cuenta de que no podemos evitar los desastres de la Madre Naturaleza, prevenir todos los accidentes o mantener seguros a nuestros seres queridos.

Las tragedias son una parte triste pero natural del flujo y reflujo de la vida, como los incendios forestales en bosques secos cubiertos de maleza. "Montar las olas", se nos aconseja, pero cuando ocurre un dolor físico o emocional no deseado, como seres sensibles, somos propensos a reaccionar con tristeza y lágrimas.

Tenemos que recordar que el tiempo, la ayuda y las personas eventualmente harán las cosas mejor. Después del shock inicial y los sentimientos de dolor e impotencia, nos reagrupamos, reunimos nuestros pensamientos y utilizamos nuestras fortalezas, recursos y relaciones para recuperarnos.

Cuando experimentamos el éxito o la serenidad, disfrutamos del brillo. Pero así como la pérdida nunca es una derrota definitiva, el éxito nunca es un triunfo final. La situación actual es una mera instantánea en nuestros viajes significativos, y no refleja la forma en que fueron las cosas o cómo serán en el futuro.

En períodos de calma y placer, debemos apreciar y apreciar esos maravillosos momentos. Pero, de forma inevitable, aparecerán puntos imprevistos en nuestras pantallas de radar ("nadie saldrá indemne").

Cómo nos enfrentamos valientemente a los reveses y mostramos resiliencia, y cómo aceptamos con gracia los éxitos y valoramos las buenas fortunas, son indicaciones sobresalientes de nuestros recursos internos y nuestra sabiduría.

Los cambios transitorios aparecerán en el camino de la vida, pero podemos estar seguros de que el camino volverá más a menudo a un estado de estabilidad. Como dijo Rudyard Kipling, "si puedes enfrentarte al triunfo y al desastre, y tratar a esos dos impostores de la misma manera, eres un hombre mejor que la mayoría".