La verdad de quién eres te hará libre

Como terapeuta existencial-humanista, quiero ayudar a mis clientes a recuperar las defensas que les impiden conocer el núcleo de lo que son.

La psicología humanista postula que los seres humanos, en su núcleo, son personas dignas con valores altruistas que desean contribuir al mundo. Abraham Maslow, un pionero, teórico y desarrollador de la psicología humanista cree que a medida que los seres humanos se autorealizan, viven más de sus valores (belleza, justicia, verdad, etc.). Estos valores son los valores que satisfacen las necesidades de crecimiento del ser humano cuando en su mayoría se satisfacen sus otras necesidades básicas (física, seguridad, amor, pertenencia y autoestima). Maslow afirma que los valores del ser tienen una base biológica y son parte de la esencia humana, independientemente de la cultura propia. A medida que nos volvemos más de lo que somos en un nivel más profundo de autenticidad, descubrimos que no estamos dominados por instintos agresivos y competitivos. Como seres humanos, naturalmente nos movemos hacia la salud y la integridad.

Karen Horney, una ego psicóloga neo-freudiana, postula que en nuestra cultura tenemos un yo idealizado y un yo despreciado. La expresión del yo idealizado es el deseo de ser perfecto, de ser un súper hombre o una súper mujer, y cumplir todos los objetivos que uno tiene en la vida. . . y continuar haciendo eso para sentirse bien consigo mismo. La experiencia de la inadecuación es el resultado de esto. La expresión del yo despreciado es culparse y odiarse a uno mismo por nunca ser capaz de realizar el yo idealizado. La experiencia de la vergüenza es el resultado de esto. Con demasiada frecuencia vamos en una montaña rusa entre el yo idealizado y el yo despreciado, que son distorsiones del ser auténtico. El yo auténtico es el descubrimiento de quién soy y quién quiero ser en el momento presente. Está dejando que mi identidad se forme y se modifique a partir de lo que descubrí. El yo auténtico no está a la altura del ser idealizado ni vive bajo el yo despreciado. Al conectarme con mi ser auténtico, descubro la verdad de quién soy. Desde la perspectiva humanista, el descubrimiento de la verdad de lo que soy conduce a vivir más plenamente los valores. Esto aumenta el amor, el coraje y la creatividad y reduce el miedo, la hostilidad y la culpa.

Cuando apoyo a mis clientes para que recuperen sus defensas, acceden a su identidad auténtica. Su yo espontáneo, creativo e intuitivo emerge. Desde este lugar, su vida se vuelve muy gratificante, ya que ya no intentan ser quienes no son. Quienes son auténticamente son más que suficientes.