Mudding through: derechos, vida, libertades, igualdad

Nuestra vida cotidiana y la vida gubernamental requieren muchas decisiones cuando existen dilemas morales genuinos. Incluso si solo tenemos un valor, podemos encontrarnos con un dilema. Supongamos que el valor es ser amable con las personas. Si soy amable con Alice, tal vez moleste a Zoe, y si soy amable con Zoe, tal vez moleste a Alice.

Tal vez, con solo el valor de 'malestar', podríamos hacer algún tipo de cálculo para decidir qué acción debo hacer (aunque eso, por supuesto, tiene problemas); pero, ¿cómo deberíamos tomar esa decisión cuando la toma de decisiones involucra valores que, al menos superficialmente, no se pueden medir uno contra el otro?

Algunos ejemplos:

A muchos gobiernos en los últimos años se les ha exigido que evalúen los valores de la libertad de expresión y no sean detenidos sin cargos, frente al valor de proteger a la sociedad contra los actos terroristas. ¿Cómo se puede medir la cantidad de libertad contra la cantidad de seguridad?

Muchos de nosotros apoyamos la eutanasia voluntaria; sin embargo, ¿cómo se puede medir ese derecho para que el individuo se deshaga de su vida en contra de los (posiblemente) escurridizos peligros de la pendiente o la ofensa causada a algunos creyentes religiosos?

Considera el derecho a la vida. A los gobiernos les encanta decir que la vida (humana) es valiosa, proporcionar atención médica es una prioridad (bueno, en Europa), pero, por supuesto, los niveles de financiación de los servicios médicos se ven afectados por la cantidad de fondos destinados a otros proyectos: las artes, la defensa, partidos del gobierno.

Ahora, reflexione sobre la abigarrada tripulación de valores en ética: imparcialidad, justicia, autonomía, libertad de expresión, libre expresión, provisión de bienestar, felicidad, derechos sobre los propios órganos corporales, derechos de propiedad, igualdad, calidad de vida, cantidad de vida. ¿Nos estamos engañando a nosotros -y a los gobiernos- cuando pensamos que de alguna forma podemos "equilibrar" y "sopesar" esas consideraciones entre sí?

Mis libros sobre perplejidades filosóficas -y, de hecho, el del Humanismo- ponen de relieve, en parte, varios ejemplos que destacan los choques particulares. Me encantaría saber si hay respuestas confiables y buenas o si, como me inclino a decir, nos desorientamos, a menudo escondiéndonos detrás de la ilusión de que misteriosamente estamos sopesando las cosas de la manera adecuada.