Razonamiento religioso para un estado secular

Un argumento de la regla de oro para el secularismo.

 Art4TheGlryOfGod by Sharon/Flickr

Fuente: Art4TheGlryOfGod por Sharon / Flickr

Muchas personas religiosas en los Estados Unidos ven el secularismo como un mal, como un enemigo no solo de su fe sino también de la nación. Pero cuando nos enfocamos en crear lo que se puede llamar una sociedad secular, vemos que esta forma de secularismo es el amigo de la religión, no su enemigo.

En su libro, Cómo ser secular: un llamado a las armas para la libertad religiosa , Jacques Berlinerblau caracteriza el secularismo de la siguiente manera:

  • Busca un equilibrio entre un orden social estable y la libertad religiosa.
  • Busca proteger la libertad de conciencia en cuestiones de religión.
  • Tolera todas las formas de creencia, pero no todas las acciones basadas en esas creencias.

En este entendimiento, el secularismo es una filosofía política que busca proteger la libertad religiosa y evitar la lucha religiosa. Permite a las personas la libertad de vivir, adorar y creer según lo elijan, pero prohíbe al gobierno obligar a otros a hacer lo mismo. Tolera todo tipo de creencias, pero limita la libertad religiosa cuando un daño suficientemente significativo a los demás justifica tales límites.

Las personas religiosas deberían abrazar este tipo de secularismo. Una razón principal, de la tradición cristiana, tiene que ver con tratar a los demás como le gustaría que lo trataran. Los cristianos deben buscar ponerse en la piel de quienes creen y siguen otras religiones, o ninguna religión en absoluto. Entonces verían fácilmente que usar el estado para forzar la creencia (o no creencia) es simplemente incorrecto. Esta es una aplicación simple y directa de la regla de oro.

¿Quieres que la libertad como cristiano practique tu religión, de acuerdo con tu conciencia? Luego, ante un dolor de consistencia lógica y moral, debe permitir que otros hagan lo mismo, siempre que no se produzcan daños significativos. Cristianos, musulmanes, judíos, budistas, sijs, agnósticos y ateos tienen muchas diferencias. Pero todos tenemos una cosa en común: debemos preocuparnos y trabajar por un estado justo, donde la máxima libertad de conciencia sea un valor moral, social y político central.