Cambiar, para Mejor o para Peor

"Aquellos que serían constantes en felicidad o sabiduría deben cambiar a menudo", dijo Confucio.

El cambio es el camino del mundo. Toda la materia se construye y derriba. Las aguas suben y vuelven a caer. El cambio puede ser una fuente de esperanza, porque lo que no es bueno hoy puede volverse bueno mañana. El cambio también puede ser una fuente de ansiedad, porque lo que amamos hoy puede haber desaparecido mañana. De esta manera, la memoria y el cambio se oponen. El cambio es traído a nosotros por la naturaleza y es la naturaleza humana llevar la memoria como una forma de preservación.

Recordamos el pasado para que podamos preservar lo que es bueno. Cultivamos nuestros valores en la cuna de la memoria para que florezca lo que apreciamos.

Qué cambiar y qué conservar, qué soltar y a qué aferrarse: estos son asuntos de gran juicio. Retener demasiado tiempo puede ser obstinación; dejar ir demasiado pronto puede ser inconstancia. Guardar para mantener solo puede ser terquedad y temor; avanzar antes de su tiempo solo puede ser superficialidad y miedo. El primero es el miedo a perder, el segundo el miedo a ser lastimado.

La naturaleza nos impone sus cambios, pero nuestro buen sentido elige cuánto guardar y cuánto derrochar. La inevitabilidad del cambio coloca la carga de la elección sobre nosotros.