Cinco formas sutiles para castigar a sus empleados

Vivimos en una era iluminada de administración. Recientemente, encuesté a un grupo de ejecutivos sénior sobre sus prácticas de gestión y solo una pequeña minoría consideró valioso castigar el bajo rendimiento. Casi no conozco ninguna compañía que aún recurra a nuestra rica tradición de prácticas motivacionales tales como el estante o la flagelación.

Muchos dirían que esto es algo bueno, ya que el castigo tiene una tendencia angustiante a reducir el rendimiento. En lugar de considerar el castigo como una señal de que debemos mejorar, nuestra autoimagen exige que lo veamos como inmerecido. El comportamiento agresivo hacia el castigador se experimenta como gratificante, por lo que nos conviene hacer lo contrario de lo que nuestros gerentes quieren.

Aun así, a juzgar por el comportamiento que he observado, parece que muchos de nosotros todavía albergamos la sensación de que el castigo es una herramienta de gestión necesaria. Ya sea que se exprese como "entender las consecuencias", "enviar un mensaje difícil" o "dejar en claro quién está a cargo", se considera esencial para la motivación.

Entonces, para aquellos que no pueden escapar a la lógica de nuestra nueva comprensión de la psicología del trabajo, pero que aún no están listos para deshacerse de un enfoque tan probado y verdadero, ofrezco cinco formas sutiles de castigar a sus empleados.

1. Actúa como si solo por ser el gerente, tienes derecho a decirle a la gente qué hacer. Debido a que las personas están genéticamente impulsadas a buscar su propio interés personal, resienten y se resisten a cualquier intento de controlarlas. Ser ordenado los vuelve locos.

2. Mantenga a la gente esperando una reunión o no les preste toda su atención cuando le estén hablando. La gente lo odia cuando se les hace sentir sin importancia. Pero nunca lo intentes con tu jefe.

3. Nunca deje que las personas sepan dónde se encuentran. Si bien los comentarios del gerente, ya sean negativos o positivos, no mejoran el rendimiento, dejar a la gente en el limbo seguramente los hará sentir incómodos. Deshágase de esos sistemas de medición y sesiones de coaching que provocan una autoevaluación honesta.

4. Acometa al primer signo de que las cosas van mal. Si no le das a la gente la oportunidad de resolver sus propios problemas, aprenderán rápidamente a no asumir la responsabilidad o la iniciativa. En poco tiempo, serán torturados por la duda y superados con tedio.

5. Compórtate como si mereces ser el gerente. Aunque el éxito requiere habilidad e inteligencia, todos sabemos que hay un elemento de estar en el lugar correcto en el momento adecuado cuando las oportunidades de promoción están disponibles. Simplemente nunca dejes que tu gente sepa que tú sabes. Haga alarde de su poder en su lugar y cualquier interacción con usted se convertirá en tortura.

Sigue mis sugerencias, y pronto toda tu gente se estará desempeñando a un nivel inferior, justificando aún más castigo.