Frente a la creciente evidencia científica, eventos climáticos a veces dramáticos, vívidas imágenes de derretimiento de casquetes polares y sufrimiento de osos polares, y el conocimiento de que los pesimistas son parciales debido a los lazos de la industria petrolera y lealtades políticas, los estadounidenses finalmente están aceptando la realidad del clima cambio.
Pero aceptar que el cambio climático es real y se ve agravado por nuestros estilos de vida y prácticas con combustibles fósiles, nos desafía a actuar de manera más sostenible en nuestras vidas personales. Hacer lo contrario es invitar a la disonancia cognitiva, ese molesto conflicto interno generado por la auto-hipocresía. Estamos llamados por nosotros mismos a conducir menos, dejar de desperdiciar electricidad, reciclar religiosamente, tomar decisiones ecológicas de los consumidores, tomar duchas más cortas y reutilizar nuestras bolsas de compras (entre otras cosas). Y cuanto más nos importa, es decir, cuanto más alto nos encontramos en lo que los psicólogos llaman preocupación ambiental, y cuanto más conocemos sobre qué medidas podemos tomar para reducir nuestra huella de carbono, más disonancia deberíamos sentir si continuamos en nuestra hábitos de consumo.
Sin embargo, los psicólogos que estudian el comportamiento ambiental mostrarán que las actitudes ambientales no son garantía de un comportamiento ambiental constante. En una investigación que realicé con Patricia Winter (psicóloga de investigación del Servicio Forestal del USDA) y la estudiante de pregrado Brittany Hori en la Universidad Politécnica Estatal de California en San Luis Obispo, encontramos que una de las mayores barreras para el comportamiento de sustentabilidad personal era el hábito.
Muchos de los comportamientos que debemos modificar son comportamientos cotidianos sin sentido y rutinarios, que se realizan de manera automática. Confían en lo que los psicólogos como Daniel Kahneman llaman "pensamiento del Sistema 1". Es necesario un cambio temporal al "pensamiento del Sistema 2" (un tipo de pensamiento esforzado y consciente) hasta que un nuevo comportamiento se convierta en el predeterminado.
Por supuesto, no hace falta ser un psicólogo para decirle que cambiar los hábitos es difícil. Afortunadamente, décadas de investigación de psicólogos ambientales y de conservación ofrecen orientación. En cuanto a la adopción de nuevos hábitos de comportamiento sostenibles, esta investigación sugiere que:
Referencias
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D. Kahneman (2011). Pensando, rápido y lento. Nueva York: Farrar, Straus, y Giroux.