Humanidad en la Humanidad

En la agradable tarde del viernes 13 de noviembre de 2015, los ciudadanos pacíficos de París disfrutaban de actuaciones musicales, cenas en cafés y asistían al partido tan esperado entre Francia y Alemania, cuando algunos auto-ungidos de la policía religiosa se encargaron de causar inimaginable atrocidades sobre sus semejantes. Los únicos "crímenes" de los parisinos que provocaron este ataque asesino a manos de los asesinos extremistas de ISIS fueron que eran apóstatas e infieles franceses o cristianos o occidentales.

El problema es, por supuesto, que ISIL, Al Qaeda, Boko Haram y otros odiosos creyentes empeñados en nuestro exterminio nos han atrapado. No tenemos más remedio que erradicar este malvado azote de la tierra con toda la inteligencia y los medios militares a nuestra disposición.

Nos uniremos y montaremos ataques antiterroristas y ofensivos contra los terroristas, e impondremos la suspensión de algunas libertades civiles para lograr nuestros objetivos. Estamos en guerra, y en cierto sentido nos sentimos de la misma manera, odiosos, vengativos y con "Dios de nuestro lado". Afortunadamente venceremos, vencer y erradicaremos a nuestros viles enemigos … ¿Y luego qué? ¿Qué pasa con otros flagelos malévolos y más nuevos?

Admiro las muchas características nobles de la humanidad; nos hemos mostrado benévolos, compasivos, resilientes, creativos, artísticos, científicos y filosóficos. Pero después de siglos de guerras repetitivas y matanzas, holocaustos y genocidios, ¿es posible que no seamos nada más que brutos y bestias muy inteligentes? ¿Cómo es que nuestra especie avanzada, que es tan generosa y amable, empática y sabia, también puede ser tan indescriptiblemente cruel y destructiva?

Rápidamente salto a nuestra defensa: los seres humanos somos mucho más que los "más aptos" de los competidores y supervivientes darwinianos. Sigo creyendo que somos capaces de trabajar juntos para hacer evolucionar nuestra condición humana, de modo que una "Huella emocional positiva" se convierta en nuestra visión y razón de ser común, en lugar de territorio y poder.

Nuestra Huella Emocional, cómo nos tratamos entre nosotros, no es menos una preocupación vital para el futuro de la humanidad que nuestra Huella de Carbono. Si el calentamiento global no nos mata, parece que estamos seguros de que las guerras terminarán el trabajo.

En el contexto de esta atroz tragedia, mi súplica puede sonar poco realista. Pero no lo es.

No tenemos más remedio que trabajar juntos para mejorar la armonía interpersonal e internacional: nuestra supervivencia como especie y como planeta está literalmente en juego.