La amistad es el sello distintivo de la presencia de un sistema de apoyo social. La civilización no avanzó debido a la lucha rival entre grupos en guerra: solo a través de la colaboración y la cooperación se formaron comunidades y se desarrollaron las civilizaciones. Los humanos siempre han necesitado a otros en sus vidas para sobrevivir y prosperar, independientemente de la ubicación geográfica o el período histórico, o la edad cronológica de una persona. La investigación continúa apoyando los beneficios para la salud de los sistemas de apoyo social y la presencia de amigos en nuestras vidas (Mendes de León, 2005). De hecho, las personas que mantienen sus conexiones sociales con amigos es probable que superen a las personas que se retiran de sus círculos sociales a medida que envejecen.
Las alianzas y las conexiones sociales no solo ofrecen protección y acceso a productos que no podemos proporcionarnos, sino que también ofrecen una conexión emocional satisfactoria que nos permite sentir que tenemos un lugar de pertenencia, al tiempo que satisfacemos nuestra necesidad de importar a los demás. Las amistades son las conexiones sociales que elegimos establecer y voluntariamente invertimos en mantener, simplemente por el placer de la compañía de otra persona. Algunas personas consideran que sus amigos son su “familia de elección”. Nos pueden ofrecer comodidad y aceptación cuando más lo necesitamos, así como brindar un abrazo o un hombro para apoyarse cuando el mundo nos golpea o somos simplemente en un funk.
Si bien muchos de nosotros desearíamos tener menos amigos o menos personas con quienes nos sintiéramos obligados a mantenernos conectados, también hay muchos de nosotros que anhelamos estar más conectados y tener más personas en nuestras vidas a las que podamos contar. Hacer amigos no siempre es algo natural para todos.
Hay momentos en nuestras vidas en que podemos sentirnos especialmente solos o en la necesidad de un amigo de confianza. Esto podría ser cuando ingresemos a una nueva etapa de la vida, como una nueva escuela, un nuevo trabajo o mudarnos a una nueva ciudad. Para aquellos que se consideran más tímidos que otros, puede parecer especialmente desalentador tender la mano y hacer la primera obertura en una nueva relación potencial. Sin embargo, tenemos que permitirnos imaginar que los demás pueden ser tan reticentes como nosotros mismos. Aquí hay una descripción general de las formas en que las amistades tienden a formarse y las formas más probables de encontrar ese nuevo mejor amigo que necesita.
Hay tres formas en que generalmente encontramos nuevos amigos:
A medida que crecemos en la “próxima etapa” de la vida, como definamos esto, podemos perder algunas de nuestras amistades existentes y sentir el impulso de forjar nuevas alianzas. Los cambios que presenciamos en nosotros mismos y nuestras redes pueden alterar nuestra identidad social y nuestras propias percepciones de nuestro yo central. Si no se controla, podemos comenzar a limitar nuestras redes sociales y redes sociales a solo aquellos amigos que comparten esta faceta particular de nuestra identidad. Por ejemplo, un nuevo compromiso con la forma física puede hacer que ignores a tu “pizza y amigos de por vida” para pasar tiempo con solo tus amigos “muffins veganos y té chai”. Mantener percepciones equilibradas de nuestras identidades multifacéticas y siempre ligeramente cambiantes nos permite mantener diversas redes sociales.
Cada una de estas tres vías para expandir los círculos sociales (proximidad, actividades compartidas y eventos de la vida) ofrece oportunidades únicas para crear nuevas conexiones con amigos potenciales. El desarrollo real de nuevas amistades depende de nuestro interés y motivación para forjar nuevos lazos, pero si nuevos amigos se encuentran por casualidad o por necesidad, fases o etapas similares están involucradas en el proceso de formación de la amistad.
Referencias
Degges-White, S., y Borzumato-Gainey, C. (2011). Amigos para siempre: cómo las niñas y las mujeres forjan relaciones duraderas. Lanham, MD: Rowman y Littlefield.
Mendes de Leon CF. (2005). ¿Por qué las amistades son importantes para la supervivencia? Journal of Epidemiology & Community Health 2005; 59 : 538-539.