Tres razones por las que podemos "escuchar" durante la lectura silenciosa

Cada vez que alguien comenta que un párrafo suena "entrecortado" o comentarios que se lee como si un niño de diez años lo hubiera escrito, en realidad estamos escuchando un veredicto sobre la cadencia. La cadencia es el elemento más sutil de la escritura, esa característica elusiva de nuestras oraciones que telegrafía a los lectores ya sea que estemos leyendo una prosa magistral, párrafos precipitadamente juntos o líneas de un escritor que lucha por unir oraciones simples.

¿Por qué escuchamos la cadencia en absoluto, ya que casi siempre leemos en silencio? Pocos estudios han examinado la cadencia en el cerebro humano intacto, y aún menos se han centrado en la interacción entre la cadencia y la sofisticación percibida en la escritura. Entonces, por el momento, nuestra mejor explicación radica en tres causas potenciales.

Primero, nuestros sistemas de habla, auditivos y visuales se disparan juntos, más o menos. Los investigadores han descubierto un aumento del flujo sanguíneo durante la lectura silenciosa en áreas que anteriormente se creía estaban dedicadas únicamente al lado físico o motor de hablar en el área motora suplementaria y el cerebelo. En el mismo estudio, los participantes experimentaron un mayor flujo de sangre a la circunvolución lingual, asociada con el procesamiento visual de las letras. Sin embargo, los participantes también experimentaron un aumento en el flujo sanguíneo al área de Broca, que anteriormente se creía que solo era responsable de comprender y formar palabras habladas.

Segundo, nuestros centros visuales, del habla y auditivos están conectados entre sí. Una banda de fibras llamada fascículo arqueado conecta el área de Broca, que nos da la capacidad de percibir y formar ritmo, afecto y sintaxis, con el área de Wernicke, que nos da nuestra capacidad de formar y percibir palabras y captar el significado. Además, la otra parte del cerebro, central para usar y percibir el lenguaje, la circunvolución angular, existe en la unión de los lóbulos occipital (visual) y temporal (auditivo).

En tercer lugar, la neuroplasticidad de simplemente aprender a leer y escribir puede haber conectado nuestros centros visuales, del habla y auditivos. Así como nuestros cerebros confían en la neuroplasticidad para abordar los déficits neuronales, la neuroplasticidad puede explicar nuestra capacidad de percibir el sonido de las palabras en la página. En estudios de lectores de Braille, incluso aquellos nacidos ciegos experimentan un aumento en el flujo sanguíneo a sus áreas de lectura visual, a pesar de que estos lectores dependen por completo de su sentido del tacto para leer.

En mi próximo post, examinaré las estrategias para transmitir una comprensión sofisticada de la cadencia en sus oraciones a través de tres principios simples.