Bajo presión

Es viernes y tengo que decirte: estoy estresado.

Como todos los demás, tengo mi parte de preocupaciones sobre la economía y el mundo en general. Pero con mi libro listo para lanzar en solo un par de semanas, también estoy enfrentando un apretado calendario de viajes y otros compromisos. Está todo bien, créanme. Pero sigue siendo estresante.

Todo esto me hizo pensar en una pregunta que he llegado a considerar fundamental para mi salud: ¿cómo manejo el estrés? ¿Y cómo afecta eso a mi familia?

Hubo un tiempo en que un horario apretado o una fecha límite abrumadora me enviarían directamente a las galletas. Pero durante mi año como columnista del diario de pérdida de peso de la revista Shape, aprendí mucho sobre lo que hacía que mi estrés consumiera. Aprendí que cuidarme a mí mismo con el ejercicio y la alimentación saludable era una herramienta de manejo del estrés mucho mejor que una cita con una caja de Thin Mints. Ahora, es más probable que haga una caminata eléctrica con mi perro alrededor de la cuadra, cante a coro con mi iPod o incluso deje de comer crudos cuando me siento abrumado.

Como madre, he llegado a ver lo importante que es enseñarles a mis hijos cómo manejar el estrés de manera saludable (y si alguna vez has visto a un niño de séptimo grado preocuparse por hacer un proyecto a tiempo, sabes que los niños tienen su parte justa del estrés, también). Confieso que, al igual que muchas mamás, a veces uso comida para consolar a mis hijos, ya sea una paleta después de una inyección en la oficina del pediatra o un bol de helado después de un día difícil en la escuela. Pero usar la comida como una herramienta de afrontamiento puede establecer un mal hábito que solo es más difícil de romper. Después de todo, las golosinas tienen un lugar de bienvenida en mi vida, pero una golosina es algo que controlo; si me controla, es algo completamente diferente.

El estrés sucede, es parte de la vida. Pero nuestra reacción a ella, ya sea que sucumbamos a ella o la solucionemos, prepara el escenario para la forma en que nuestros hijos también manejarán los altibajos de la vida. Así que sí, puedo estar estresado, pero hoy no me encontrarás con mi mano en el tarro de las galletas. Es hora de golpear la acera para dar un paseo a motor.