¿Cuáles son los tres pasos para una vida auténtica?

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Fuente: riggleton / Shutterstock

Para vivir una vida auténtica, no es suficiente simplemente tratar de ser nosotros mismos. También necesitamos conocernos a nosotros mismos y ser nosotros mismos.

Para ser auténticos, debemos ser capaces de hacer frente a la verdad sobre nosotros mismos, sin importar lo desagradable que podamos encontrarla. Las personas auténticas son honestas consigo mismas. Ellos desafían y se cuestionan a sí mismos; buscan formas en las que se autoengañan y tratan de ver las cosas desde diferentes ángulos. Saben lo que piensan, pero están dispuestos a cambiar sus puntos de vista si se les presenta nueva información. Las personas auténticas se conocen a sí mismas. Son capaces de escuchar su voz interior, su instinto, y comprender las complejidades de sus sentimientos y escuchar su propia sabiduría interior.

La persona auténtica no permitirá que otros los cieguen a su propia verdad o que otros los intimiden para tomar una posición con la que no estén de acuerdo. Las personas auténticas respetan el derecho de los demás a ser los agentes de sus propias vidas, porque eso es lo que esperan de sí mismos para los demás. Cuando se enfrentan a intentos de controlarlos o manipularlos, las personas auténticas se resisten a la presión externa para estar de acuerdo con lo que piensan los demás. No se conformarán con ideas, opiniones o puntos de vista porque otros lo deseen o porque esa sea la opinión mayoritaria. Analizarán las pruebas a favor y en contra de una discusión, llegarán a su propio juicio y, a continuación, mantendrán su postura sobre lo que piensan en lugar de comprometerse.

La autenticidad requiere que podamos superar nuestro deseo de encajar y ser parte de la multitud. La persona auténtica no es valiente, pero está dispuesta a sentir que su miedo es auténtico. Piensa en Henry Fonda en la clásica película Twelve Angry Men , que cuenta la historia de un miembro del jurado que se opone a los otros 11 y, durante horas bloqueado con ellos en una habitación claustrofóbica, los empuja a cambiar de opinión. Nosotros, como espectadores, vemos que tenía razón para defenderse del juicio excesivamente rápido de culpabilidad cometido por los demás, a pesar de su presión sobre él para que aceptara. A la mayoría de la gente le gusta imaginar que, si se los pone en una situación desafiante similar, también se pondrían a la altura de las circunstancias y defenderían la justicia, incluso si otras personas se ponían en contra de ellos.

De esta manera, la persona auténtica posee sus decisiones y asume la responsabilidad de sus acciones, conociendo plenamente las consecuencias. Saben que nadie más es el jefe de ellos; ellos son el jefe de ellos mismos Al asumir la responsabilidad de sí mismos y sus elecciones, reciben comentarios de los demás, curiosidad por escuchar otros puntos de vista y siempre dispuestos a aprender sobre sí mismos, sin importar cuán dolorosas sean las revelaciones.

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