La estructura y la dinámica del crecimiento Parte 2

Cómo llegamos a saber una cosa es una curiosa amalgama de experiencia, percepción, interpretación y su asimilación con lo que creemos que ya entendemos. Aunque suponemos que nuestra visión del mundo se compone de observación astuta y racionalidad fría, es probable que sea el producto del pensamiento mágico sobre cómo las teclas del auto se teletransportan a la nevera o factores atenuantes como por qué uno atrae más de lo que le corresponde. de idiotas en camino a un compromiso importante. Algunas teorías postulan que existe una realidad absoluta que podemos llegar a conocer en sus formas básicas, como el tiempo, el espacio y la energía. Esta visión sugiere que estas fuerzas se cruzan y revelan alguna representación de la "realidad" para nosotros. Los científicos a veces se refieren a este acto como "desbloquear los secretos de la naturaleza". Es decir, el mundo se nos muestra si prestamos atención.

Sin embargo, otros puntos de vista sugieren que son nuestros prejuicios y predisposiciones en nuestros encuentros con el mundo lo que determina no solo cómo llegamos a saber, sino también lo que sabemos. Entonces, por ejemplo, si una persona se cría en el campo, puede ver la vida de la ciudad como algo caótico, a pesar de que los centros urbanos suelen acomodar grupos de personas mucho más grandes en espacios mucho más pequeños que las áreas rurales. En esta vista, proyectamos nuestros propios sesgos en el mundo. La "realidad" es un producto que fabricamos en nuestra mente y cultura. Como dicen los gurús de la Nueva Era: "Lo verás cuando lo creas".

Para integrar estas perspectivas aparentemente antagónicas, debemos volver a verlas en el contexto de cada una. Si bien podemos suponer con seguridad la existencia de un mundo objetivo, en el mejor de los casos es difícil comprenderlo en su totalidad dada nuestra precaria experiencia subjetiva de natación en el medio de la misma. Por el contrario, asumir que nuestra propia experiencia subjetiva determina la realidad del mundo objetivo es creer que podemos caminar sobre el agua simplemente creyéndolo así. Lo que se necesita es una forma de integrar lo subjetivo con el objetivo: nuestro Ser dentro de nuestro mundo y viceversa. Supongamos que ambos están en perpetuo proceso de ser y pasar de la evolución a la revolución. Si bien nuestro mundo está en tal flujo y flujo que no podemos caminar en el mismo río dos veces, podemos representar estas dinámicas con estructuras fijas y eternas para describirlas y definirlas: números, direcciones y física. Estas oposiciones o pares de propiedades contrarias, Norte o Sur, Este u Oeste, no son la realidad unificada del mundo en sí misma, pero sí nos proporcionan la capacidad de hacer mapas y darle sentido a nuestro viaje en él. Nos guían de aquí para allá.

Nombramos las fuerzas imperceptibles que se mueven a través de nuestro mundo y las describimos con estructura y reglas, pero no son domesticadas como tales ya que tenemos poderes limitados para mejorarlas o empeorarlas. Damos a estas fuerzas ambiguas y omnipresentes nombres como el Mercado, la Gente y el Espíritu de la Era. El enigmático filósofo Hegel llamó a este poder creativo geist, un término alemán que más o menos se traduce como espíritu-mente,   porque consciente de sí mismo, progresa a través de los actos del Hombre a través de la historia hacia su propia libertad. Caracterizamos estas fuerzas como antropomórficas porque experimentamos su presencia viva y consciente en nuestras vidas. Cuando esta visión se lleva demasiado lejos, el resultado es la nigromancia o la superstición primitiva donde todo parece ser un signo y la fe y la locura se vuelven indistinguibles. Pero cuando se atempera con la razón, podemos discernir los patrones auténticos y la energía que fluye alrededor y dentro de nosotros.

Los antiguos griegos llamaron a esta esencia o hipóstasis de la realidad subyacente, es decir, el orden estable debajo de la superficie de todo lo que cambia. Esta base es evidente para el ojo y el oído y solo puede contemplarse en la curiosa mente. Si bien es posible que nunca conozcamos la esencia de estas fuerzas implícitas, podemos discernir algunas de sus funciones y atributos clave y aplicarlos a nuestro propio desarrollo. Más aún, podemos buscar situaciones donde el crecimiento sea más favorable y aplicar las prácticas más apropiadas. El crecimiento es una progresión cómplice de la demanda para expandirse de lo buscado a lo forjado. Eso es lo que intentaremos aquí.

Jeff DeGraff

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