La teoría del vidente

¿Por qué somos vulnerables a malas predicciones?

¿Habrá otra crisis financiera global? ¿Cuando va a ser?

¿Qué compañías, que actualmente dominan sus mercados, dejarán de existir en una década? ¿Qué empresas surgirán en su lugar?

¿Qué tecnologías serán interrumpidas? ¿Cuándo sucederá eso?

¿Cómo se desarrollará la carrera política? ¿Quién ganará el referéndum o la elección?

Los expertos financieros, tecnológicos y políticos están haciendo predicciones sobre este tipo de preguntas a diario. Encienda su TV, radio o redes sociales, y verá a docenas de comentaristas todos los días “analizando” el pasado para “ver” en el futuro.

El hecho preocupante es que la mayoría de estos pronosticadores tienen malos registros. Nadie predijo de manera convincente la crisis financiera de 2008, el surgimiento de Google y Facebook en comparación con Altavista y Myspace, el surgimiento de la computación personal o muchos de los resultados de elecciones recientes e innovadores. Sin embargo, a pesar de su incapacidad demostrada para predecir, los expertos todavía están por ahí, prediciendo.

¿Porqué es eso? ¿Por qué todavía hay una demanda de predicciones?

Una primera razón es que confiamos y veneramos la experiencia. Si alguien tiene un amplio conocimiento del pasado y los aspectos técnicos de un campo, debe tener una mejor idea de lo que está pasando. Una segunda razón es que queremos eliminar las incógnitas y las incertidumbres. Como los expertos saben mejor que nosotros, podemos delegarles predicciones.

Sin embargo, en muchos casos, la predicción precisa no es posible. El futuro no siempre se parece al pasado y esto limita seriamente lo que los expertos pueden decirnos. La experiencia no garantiza una buena predicción cuando hay un cambio rápido y una alta incertidumbre. No obstante, escuchar las historias que los expertos cuentan, incluso las inexactas, se siente mucho mejor que no tener ninguna historia en absoluto.

El experto en predicción Scott Armstrong calificó esta tendencia como “la teoría del vidente-ladrón”. Afirma que “no importa cuánta evidencia exista de que los videntes no existan, los imbéciles pagarán por la existencia de los videntes”.

En resumen, es nuestra confianza sin crítica en la experiencia y la necesidad de comodidad lo que crea la demanda de predicciones por parte de los expertos. Paradójicamente, cuanto más importante es el problema, más preferimos que algunos expertos absorban toda la incertidumbre. Sin embargo, la sabiduría no surge de saber con certeza, sino de ser consciente de su nivel de incertidumbre.