¿Qué tan bien se llevan bien los perros y los gatos?

Un nuevo estudio proporciona una respuesta sorprendente.

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Fuente: Mary03101983 / Wikimedia Commons

Los perros y los gatos son enemigos jurados, al menos en las películas y en nuestros estereotipos comunes. ¿Pero lo son realmente? La mayoría de las personas que conozco que tienen tanto un gato como un perro dicen que sus animales se llevan muy bien juntos. Un amigo tiene un perro y un gato que son mejores amigos y pasan horas en juegos bruscos antes de acurrucarse uno al lado del otro y tomar una larga siesta. En nuestra casa, la relación perro-gato es de tolerancia mutua y evitación amistosa. De vez en cuando, Lovie el gato caminará a una pulgada de la nariz de Bella, o Bella lo olfateará. En su mayoría, sin embargo, se ignoran mutuamente mientras viven en paz uno al lado del otro. Cuando viene el perro de mi hija, Poppy, sin embargo, todo el infierno se desata y Lovie toma las colinas. A Lovie no le gusta Poppy. Poppy se mueve demasiado rápido y es demasiado curioso (al menos esta es la razón por la cual, según mis cálculos, Lovie desaprueba a Poppy). La sensación parece ser unilateral. A Poppy le gustaría mucho interactuar con Lovie, pero el gato no tiene ningún interés en hacerse amigo.

Dado el número de hogares que albergan tanto a un perro como a un gato, tal vez sea sorprendente que no se haya llevado a cabo más investigaciones sobre cómo se llevan los perros y los gatos, y qué factores podrían influir si las relaciones son pacíficas. ¿Por qué Lovie y Bella se sienten cómodas el uno con el otro, mientras que Lovie y Poppy no pueden estar en la misma habitación?

Un nuevo estudio publicado en el Journal of Veterinary Behavior ofrece algunas pistas sobre los misterios de las relaciones perro-gato. A través de una encuesta de hogares de especies mixtas, los investigadores Jessica Thompson, Sophie Hall y Daniel Mills intentan evaluar la relación perro-gato, tal como la perciben los dueños de mascotas, y también tratan de descifrar algunas de las variables que pueden influir en si los perros y los gatos se llevan bien.

La mayoría de los dueños de mascotas encuestados creen que su perro y su gato viven en forma amistosa. Los autores del estudio definen una relación amistosa como “con un vínculo amistoso y mutuo, que se reconoce mediante el uso de comportamientos afiliativos, manteniendo la proximidad y la comunicación efectiva y no agresiva entre individuos”. Sin embargo, muy pocos los encuestados calificaron su relación perro-gato como cercana.

Otras observaciones de relaciones entre perros y gatos incluyen:

  • Los gatos eran más propensos a amenazar a los perros, mientras que las observaciones de perros que amenazan a los gatos eran poco frecuentes.
  • Compartir comida, juguetes o camas era poco frecuente.
  • Aunque los gatos y los perros se acicalaban unos a otros, este comportamiento no se observaba con frecuencia.

En cuanto a los factores que parecen influir en el éxito de la relación perro-gato en un hogar, los autores ofrecen algunos hallazgos tentativos. La edad temprana de exposición fue importante tanto para perros como para gatos; esto era especialmente cierto para los gatos que se sentían cómodos con los perros: se les había presentado a los perros temprano cuando eran pequeños. El gato que llegó primero a la casa también pareció conducir a una mayor comodidad por parte del gato. Los gatos de interior mostraron mayores niveles de amistad con los perros que los gatos al aire libre. El género y el estado de la castración no parecían ser una variable significativa.

Un hallazgo interesante es que es el gato el que suele tomar las decisiones. La comodidad del gato fue un mejor predictor de amistad que la comodidad del perro. Es más probable que los gatos se sientan incómodos con los perros que viceversa. Y los gatos muestran conductas más agresivas o antagónicas hacia los perros que viceversa.

Los autores del estudio especularon acerca de por qué los gatos parecen tener un tiempo de covivienda un poco más difícil que los perros, y ofrecen algunas hipótesis. Una explicación puede ser que “tanto a nivel fisiológico como conductual, los gatos se encuentran en una etapa más temprana de domesticación que los perros” y que esto puede hacerlos menos capaces de sentirse cómodos con otras especies. Otra explicación puede ser que, como los gatos son generalmente más pequeños que los perros, los propietarios los consideran más vulnerables. Los propietarios pueden estar más dispuestos a aceptar el comportamiento agonístico de un gato hacia un perro, ya que es poco probable que un perro resulte gravemente herido por un gato.

Los hallazgos de la investigación en este estudio son interesantes, pero el punto más importante hecho por los autores es que sabemos poco sobre las relaciones perro-gato. Aunque las observaciones del propietario son ciertamente útiles, también son problemáticas. Las preguntas de la encuesta se formularon en términos generales, como “¿Está el gato cómodo en presencia del perro?” Y están abiertos a diferentes interpretaciones, dependiendo de qué tan observador sea un propietario y qué significa “cómodo” para él o ella. Los propietarios suelen pasar por alto las señales de estrés en perros y gatos, por lo que los informes de “comodidad” deben leerse con precaución.

Sin duda, este es un área crucial para futuras investigaciones, con implicaciones para una gran cantidad de animales de compañía. No sabemos exactamente cuántas casas tienen un gato y un perro. Una pequeña encuesta del Reino Unido encontró que el 7% de los hogares tienen ambas especies. Tomando este porcentaje como un punto de referencia aproximado, podemos suponer que varios millones de gatos y perros viven juntos en hogares, por lo menos. Comprender cómo funcionan estas relaciones para ambas partes es importante para garantizar una buena calidad de vida y mantener los niveles de estrés al mínimo tanto para gatos como para perros.

Referencias

Thomson, JE, Hall, SS, Mills, DS, Evaluación de la relación entre gatos y perros que viven en el mismo hogar, Journal of Veterinary Behavior (2018), doi: 10.1016 / j.jveb.2018.06.043.