Quiero agradar a mi cuerpo … ¿Pero cómo?

Mientras estaba sentada en la silla del salón la semana pasada, mientras charlaba con mi estilista mientras me cortaba el pelo, hablamos de nuestros cuerpos y de cómo están cambiando a medida que envejecemos. Mencionó su lucha de por vida con sentirse mal por su cuerpo y, después de formular algunas teorías sobre por qué siempre había sentido lo que sentía por su cuerpo, suspiró y dijo: "Quiero ser alguien que se acepte a sí misma, pero yo simplemente no sé cómo ".

En los tres años transcurridos desde que se publicó mi primer libro sobre la imagen corporal, ese solo pensamiento ha estado en el corazón de las preguntas que me han hecho una y otra vez:

¿Cómo puedo aprender a sentirme bien con mi cuerpo?

¿Cómo puedo evitar transmitir mis malos sentimientos y comportamientos a mi hija?

¿Cómo puedo ayudarla a ver que es hermosa, tal como es?

Desearía poder decirte que hay una respuesta fácil para aprender a aceptarte a ti mismo, o incluso una respuesta que funcione para todos, pero no puedo. Sin embargo, te diré que está en tu poder cambiar. Aprender a aceptarte e incluso celebrar el cuerpo que tienes, realmente se reduce a la perspectiva. Pero la vía hacia esa perspectiva se ve diferente para cada uno de nosotros.

Para algunos, se enfrenta a una enfermedad grave y a saber, de la forma en que solo alguien que ha estado gravemente enfermo puede saber qué tan precioso es un cuerpo sano. Para otros, es una sensación de tiempo perdido y un deseo de no pasar otro minuto obsesionado con algo que está fuera de nuestro control.

Porque esto es lo que aprendí sobre mi propio cuerpo: su forma básica no va a cambiar. Incluso después de los cambios nutricionales, los meses de dedicación a un programa de ejercicios y el trabajo con un entrenador personal, mi forma básica del cuerpo no cambió. Sí, me volví más pequeño cuando construí músculo magro y dejé caer la grasa, pero las proporciones de mi cuerpo permanecieron básicamente iguales. Eso es genética.

En definitiva, para mí, contentarme es dejar ir lo que no puedo cambiar y abrazar de todo corazón lo que puedo. Puedo elegir hacer mejores elecciones nutricionales y dar un paseo en lugar de estar sentado en el sofá. Pero no puedo elegir crecer más alto que yo. No puedo elegir la estructura esquelética que da forma al ancho de mis hombros y caderas. Pero puedo elegir las palabras que uso para hablar sobre mi cuerpo: a mí mismo, a los demás y frente a mi hija.

¿Siempre estoy contento? De ninguna manera. No sería un ser humano si no tuviera momentos en los que me mirara en el espejo y no me gustara lo que vi.

Pero al final, puedo decidir la historia que elijo contarme acerca de mi cuerpo. Y nunca, nunca es demasiado tarde para contar una historia diferente.