Una breve historia de la investigación de los sueños

El estudio de los sueños en los laboratorios de investigación científica comenzó con el descubrimiento del sueño REM por Aserinsky y Kleitman (1953). Se les atribuye haber tenido el primer laboratorio de investigación del sueño que descubrió los "movimientos rápidos, espasmódicos, simétricos binoculares" característicos del sueño REM. Además asociaron los sueños con estos movimientos oculares, y encontraron que el 74.1% de los participantes recordaron los sueños del sueño REM, mientras que solo el 17.4% recordaron los sueños del sueño NREM. Por la misma época, Calvin Hall estaba trabajando en una nueva teoría cognitiva del sueño, y en 1966, Hall y Van de Castle crearon y publicaron un completo sistema de puntuación de contenido para los sueños (Hall & van de Castle, 1966). Juntos, estos documentos estimularon la aceleración de las publicaciones de investigación de sueños y permitieron un método sistemático para estudiar los sueños.

Desde entonces, los investigadores han encontrado que la correlación entre el recuerdo de los sueños y el sueño REM es consistentemente alta (alrededor del 80% en promedio). Sin embargo, ha habido un aumento en el porcentaje de recuerdo de sueños NREM encontrado en estudios a lo largo del tiempo, aunque estos datos siguen siendo inconsistentes (Nielsen, 2011). Estas inconsistencias podrían deberse a las diferentes definiciones de sueño utilizadas por los experimentadores. Algunos usaban una definición de sueño más incluyente, como la "observación del sueño", que se caracteriza por cualquier actividad cognitiva, mientras que el concepto original de soñar estaba más calificado como imaginería alucinatoria. Además, las preguntas utilizadas por un experimentador pueden alterar la interpretación del sueño de un participante. Por ejemplo, la pregunta "¿qué estaba pasando por tu cabeza justo antes de llamarte?", Alentará informes de sueños más frecuentes que "¿con qué soñabas?". Este sigue siendo un problema importante en la investigación de sueños, ya que varían los métodos de la colección influye en gran medida en la frecuencia y la duración de los informes de sueños.

Se pueden atribuir incoherencias adicionales en las estimaciones del recuerdo de los sueños a las expectativas de los participantes / experimentadores. Herman et al. (1978) influyeron experimentalmente en la colección de sueños al dar una píldora de placebo a los participantes a los que se les dijo, junto con el experimentador, que el placebo aumentaría el recuerdo de los sueños. Esto creó altas expectativas tanto en el participante como en el experimentador, y, a su vez, se observó un mayor recuerdo de los sueños en comparación con un grupo de control (Herman et al., 1978).

Para complicar aún más la imagen, la memoria de los sueños puede variar incluso dentro de un estado de sueño particular. Por ejemplo, el análisis de la recolección de sueños como una función de la cantidad de tiempo transcurrido dentro del sueño NREM o REM antes del despertar revela un patrón cíclico. Hay un aumento en el recuerdo de los sueños de hasta 45 minutos en el sueño REM, seguido de una disminución. El efecto opuesto se encuentra en el sueño NREM, con mayor tiempo en NREM correlacionado con menos recuerdo de los sueños, hasta un ligero aumento que ocurre justo antes de la transición al sueño REM (Stickgold et al., 1994).

En otro ejemplo, en un experimento que utilizó un protocolo de sueño / vigilia ultracorto, los participantes tomaron siestas de 20 minutos cada hora durante 78 horas, informando y evaluando los sueños después de cada siesta. Los investigadores encontraron que la intensidad del sueño NREM alcanzó su punto máximo en las horas de la mañana, a pesar de que la duración de la etapa de sueño NREM es mínima en este momento (Suzuki et al., 2004). Por el contrario, los procesos relacionados con REM, que alcanzan su pico en la mañana, parecen estar influyendo en la intensidad de los sueños NREM de una manera "encubierta" (Nielsen, 2000).

Las relaciones entre la neurofisiología del sueño REM y los sueños se han demostrado con varios otros métodos. Herman et al. (1984) encontraron que los movimientos oculares rápidos que los participantes producían justo antes del despertar coincidían con sus descripciones visuales de las imágenes de los sueños. Por ejemplo, un movimiento ocular 'hacia arriba y hacia la izquierda' se asoció con las imágenes del sueño con la mirada 'hacia arriba y hacia la izquierda'. Esta evidencia respalda la hipótesis del escaneo del sueño, que postula que los movimientos oculares en el sueño REM son el resultado de escanear el paisaje de los sueños, aunque no todos los estudios apoyan la hipótesis del escaneo (Ogawa, Nittono y Hori, 2002).

En otro ejemplo, la neuroimagen de los sueños lúcidos produjo correlatos neuronales de la actividad de los sueños que eran similares a la actividad que se encontraría en la estela. Por ejemplo, se observaron respuestas fMRI BOLD en las mismas regiones corticales sensoriomotoras tanto para la vigilia como para el sueño lúcido, aunque la activación durante el sueño fue más débil y más localizada (Dresler et al., 2011). Además, en pacientes con trastorno del comportamiento del sueño REM, las conductas soñadas se representan físicamente durante el sueño, lo que refuerza la idea de que la actividad motora en el cerebro de los sueños es similar a la de las acciones de vigilia (Valli et al., 2015).

En general, el estudio de los sueños ha evolucionado sustancialmente desde el descubrimiento del sueño REM. El sueño REM se ha asociado consistentemente con el recuerdo de un sueño más elevado que el sueño NREM, aunque las variaciones en la metodología, el momento de la noche y las expectativas de los participantes pueden influir o aumentar la frecuencia del recuerdo de sueños del sueño NREM.