Aprovechar el buen estrés

¿Por qué en el mundo había estado de acuerdo con esto?

Cuando el altímetro de mi muñeca alcanzó los 12.500 pies, se abrió la parte posterior del avión hueco en el que estaba sentado y la gente comenzó a caminar hacia el abismo. Un estudiante graduado sentado junto a mí con una bata blanca me pedía que añadiera números de dos dígitos, pero solo pude responder correctamente la mitad del tiempo. Tengo miedo a las alturas, ya ves, y esta fue mi primera vez en paracaidismo. Pero luego, cualquier cosa para la ciencia.

El estrés no está mal. Permíteme repetir: el estrés no es malo, al menos no todo.

Algunos tipos de estrés son malos y algunos tipos son buenos. Al organizar un grupo de personas para que trabajen juntas para completar un proyecto o alcanzar un objetivo, la idea es tener una dosis sólida de "buen estrés" para optimizar el rendimiento.

Comencemos, sin embargo, con lo malo, lo que llamo este tipo de estrés. Este es el estrés crónico, interminable y siempre colgado de los hombros. Se asocia con una falta de control sobre el destino de uno, y con el tiempo puede aumentar sus posibilidades de tener un ataque al corazón, un derrame cerebral y diabetes. En el corto plazo, el estrés crónico es malo para la memoria y malo para la cognición, y generalmente afecta el rendimiento.

Lo sé de primera mano. Tomé mi sangre antes y después de saltar en paracaídas y descubrí que había tenido un salto de 400 por ciento en la hormona del estrés cortisol.

El estrés de tipo II es el buen estrés. Tiene un límite de tiempo y termina concretamente cuando se cumple un objetivo. Cuando me entrené para hacer paracaidismo en un túnel de viento de siete pisos de altura, sabía que esta experiencia terminaría en 10 minutos. Tal estrés se podría llamar más apropiadamente "un desafío". El estrés de tipo II centra nuestra atención en un objetivo y mejora el rendimiento cognitivo.

Peter Drucker reconoció el poder inherente en este tipo de prueba. Escribió que "lo que motiva a los trabajadores del conocimiento es lo que motiva a los voluntarios … Ellos necesitan sobre todo, un desafío".

Puede usar la clasificación de los recursos cognitivos del cerebro para los desafíos al definir claramente cuándo se completará un proyecto; por ejemplo, cuándo se redacta el informe, cuándo expira el financiamiento o cuándo se archiva la patente. Los objetivos que quizás nunca se alcancen o que se alcancen en el futuro de manera que sean vagamente alcanzables, provocan un mal estrés. Estos incluyen "cuando las ventas aumentan lo suficiente como para darle un aumento" o "cuando la valoración de nuestra empresa excede la de nuestros pares".

Cuando el desafío se haya cumplido, no olvide recargar el sistema cognitivo del cerebro. ¿Cómo? Tómese un descanso y, con su equipo, celebre la victoria. Más sobre eso en mi nuevo libro The Moral Molecule: The Source of Love and Prosperity.

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Originalmente apareció el 10/5/12 en The Dx, de The Drucker Institute.