Ciencia vs. Religión: ¿una explicación o una respuesta?

Durante años, ha habido un debate sobre cuál de las grandes autoridades, la ciencia o la religión, debería tener prioridad en lo que enseñamos en las escuelas y cómo manejamos los asuntos públicos. En última instancia, la pregunta se reduce a lo que podría parecer una distinción trivial: entre una respuesta y una explicación . Una respuesta es lo que te satisface; una explicación es lo que otros pueden poner a prueba. Por ejemplo:

¿Por qué existe el Universo? "Porque Dios lo quiere" es, para muchos, una respuesta satisfactoria, y todavía no hay respuestas seculares que tengan más poder explicativo.

¿Por qué prosperan los malvados? "Porque Dios lo quiere" es a la vez satisfactorio y reconfortante, si nos permite dejar de molestarnos por la injusticia. La psicología y las ciencias sociales, sin embargo, luchan por una explicación: algo que otros pueden probar, permitiéndonos diseñar estrategias colectivas para abordar el problema.

¿Por qué el auto arranca cuando enciendes la llave? Incluso el más devoto admitirá que "porque Dios lo quiere" no es una gran explicación. No hay una manera específicamente religiosa de encender su automóvil, construir una carretera o realizar una cirugía. Estas cuestiones dependen completamente de explicaciones: hipótesis juzgadas por evidencia física, no en términos de consistencia con un texto o creencia previa. De hecho, cuando la religión trata de gobernar tales asuntos, los resultados van desde lo inconveniente (como en los judíos ortodoxos que no pueden usar un interruptor de luz en el sábado) a los suicidas (como en la prohibición de transfusión de sangre de los testigos de Jehová). La religión no hace bien la explicación, y pedirle a los demás que "respeten" sus intentos de cortesía hacia la creencia sincera es caer en un pozo de confusión, ya que las diferentes creencias producen explicaciones contradictorias para la misma cosa.

No: la ciencia -es decir, el método propuesto por Francis Bacon y refinado en los cuatrocientos años transcurridos desde entonces- es la única forma de explicar los hechos físicos de este mundo, incluidos asuntos éticamente problemáticos como cuando la vida humana comienza y termina. Sus explicaciones pueden no ser satisfactorias personalmente, pero ese es el punto: si no estamos satisfechos, podemos tratar de refutar esa explicación encontrando un contraejemplo. Sin embargo, si fallamos, tenemos que reconocer nuestra falla y volver a mirar la evidencia.

¿Te convencerá este argumento, asumiendo que no estuviste de acuerdo con eso? No, probablemente no, y por una razón interesante, revelada en el trabajo de Paul Harris y sus colegas en Harvard. Harris estudia cómo los niños pequeños aprenden sobre el mundo y descubrió que rara vez actúan como pequeños científicos, probando sus suposiciones a través de la experiencia. La mayoría de las veces, son pequeños miembros del jurado, a juzgar por el testimonio de sus mayores. Simplemente no tienen tiempo para descubrir todo por sí mismos; deben asimilar la mayoría de sus conocimientos al decirlo así, y eso incluye hechos sobre el mundo físico.

Un testigo confiable, como un padre amoroso, atento y consistente, será creído en todos los temas, desde los modales en la mesa hasta la gracia divina y el origen de las especies. Y cuanto más importante es una creencia para una familia o grupo, es menos probable que cualquier información posterior cambie la mente del niño. Los hijos de familias fundamentalistas cristianas conservan hasta la edad adulta los puntos de vista creacionistas que trajeron a la escuela a los cuatro años, sin importar lo que se les enseñe en la clase de biología.

Esto significa que las creencias pueden sentirse esenciales para la identidad sin tener que ser lógicas. Nunca nos razonaremos el uno al otro porque nunca fuimos razonados con ellos. Son parte del vínculo de confianza y amor que nos conecta con "nuestra gente": un identificador de grupo, como un corte de pelo distintivo o tatuaje.

Este hecho confirma la sabiduría de los padres fundadores de los Estados Unidos cuando insistieron en que la religión y el gobierno deberían mantenerse alejados unos de otros: porque había y no hay un grupo específicamente "estadounidense", solo un pacto político que permite que todos los grupos vivan juntos en reconocimiento de una humanidad universal y compartida.

Nuestra República fue fundada como un gran experimento social en una época en la que casi todos los políticos prominentes eran también científicos aficionados. Nuestro sistema nunca puede estar basado en la fe, porque lo estamos probando continuamente. Dios está en casa con la familia y la congregación; pero en otros lugares, solo tenemos la Constitución, que sigue siendo, a pesar de su reverenda antigüedad, meramente una hipótesis de trabajo, no un texto divino.

¿Es esta una respuesta a las preguntas que hemos estado debatiendo? Quizás no, pero al menos es una explicación.

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