En el teatro Disparos

Publicación original el 20 de julio de 2012

Hoy temprano, un hombre disparó contra una sala de cine atestada, matando a mucha gente e hiriendo aún más. Casi todo lo dicho sobre esta situación me irrita. Creo que esto se debe a que tengo ideas y emociones sobre los tiroteos que están en conflicto entre sí, por lo que todo lo que leo o veo ignora algún aspecto de mis reacciones.

Las personas que estaban allí deberían ser dejadas en paz. O tienen mucho con lo que lidiar, en cuyo caso molestarlos por información y darles glamour a sus situaciones no ayuda, o ya están lidiando con eso, en cuyo caso la preocupación sonora por su bienestar puede socavar su capacidad de afrontamiento.

Las personas que estaban allí deberían ser honradas. Los difuntos merecen que se cuenten sus historias; los heridos merecen nuestro apoyo; todos, incluidas las familias y los amigos de la gente de allí, merecen nuestras condolencias y afecto.

El tirador es un gilipollas No importa lo que le haya sucedido, las drogas en las que estaba, las decepciones que ha sufrido, no tenía derecho a disparar contra esas personas. Cualquier comentario que diga algo más que "es un gilipollas" me deja enojado. Incluso nombrarlo sugiere que era menos gilipollas, que tiene algún tipo de historia de fondo que contextualiza su consideración por otras personas como enemigos, admiradores, cobardes y víctimas. Soy un fanático de la libertad de expresión, pero en momentos como este, no me importaría una ley que convirtiera en delito el reportar su nombre o cualquier cosa sobre él.

El tirador es uno de nosotros. No importa lo que hizo, tenemos que reconocer ese hecho horrible. Que un ser humano es capaz de este comportamiento, y que soy un ser humano, es repugnante y humillante, pero no puedo pretender que sea de otra manera. Tenemos que aprender sobre él para aprender sobre nosotros.

Necesito darle sentido a la tragedia. Quiero detalles del evento y las personas involucradas para poder crear una narrativa simbólica que se ajuste a mis valores y mi visión del mundo.

Quiero estar entretenido. Mi hijo, Max, notó mientras vimos las repeticiones del 11 de septiembre que los aviones que volaban hacia los edificios habían pasado de ser horribles a ser geniales. Este sentido de espectador hoy me disgusta por mi propio interés.

Entonces, cualquier cosa que se diga sobre los disparos de hoy me hará enojar. No me gusta cómo pinta a las víctimas, el tirador, el público, los periodistas o a mí.