Invertir en la relación entrenador-atleta

Esta conexión se convierte en la base para interpretar comportamientos de coaching.

Paso mucho tiempo trabajando y observando entrenadores en varios niveles y encuentro fascinantes las diversas formas en que se involucran con sus atletas. La relación entrenador-atleta es una diada compleja basada en la interacción social y es un área que continúa recibiendo atención dentro de la literatura de psicología deportiva; tales estudios a menudo buscan profundizar la comprensión de lo que constituye un coaching efectivo.

La complejidad de los entornos deportivos y la singularidad de cada entorno hace que la definición y la descripción del entrenamiento eficaz sean un desafío. Si bien se han realizado investigaciones importantes y se han identificado varios comportamientos de coaching como efectivos, ineficaces, de autonomía y / o de control, parece que, en realidad, un coaching efectivo es mucho más complejo que representar comportamientos particulares y evitar otros.

Desde mi experiencia en los deportes, así como respaldado por un creciente cuerpo de investigación, la relación entrenador-atleta desempeña un papel fundamental en la determinación de la efectividad de los comportamientos de entrenamiento. La percepción de un atleta de un entrenador y su relación con ellos se convierte en la lente a través de la cual se consideran e interpretan las conductas de entrenamiento. Por ejemplo, el entrenador X, que es altamente competente y de confianza para sus atletas, puede proporcionar instrucciones directas al comienzo de una sesión de entrenamiento y ser visto como positivo, claro y de apoyo. El entrenador Y, por otro lado, carece de credibilidad y, como tal, no ha podido conectarse con sus atletas, podría emplear el mismo comportamiento pero ser visto como controlador.

Del mismo modo, el Entrenador X puede comenzar la siguiente sesión de entrenamiento permitiendo un grado de libertad y alcance para que los atletas identifiquen y trabajen en áreas que necesitan atención; probablemente interpretado por los atletas como potenciador y apoyo de autonomía. Sin embargo, si el Entrenador Y emplea un enfoque similar, puede ser visto como un signo de falta de planificación, incompetencia o indiferencia del entrenador.

Tales observaciones han reforzado la premisa de que la relación entrenador-atleta, así como las interpretaciones de los atletas de los comportamientos de entrenamiento, son más importantes que los comportamientos en sí mismos. El entrenador principal de los Chicago Bulls recientemente designado, Jim Boylen, ha sido criticado por sus jugadores por utilizar varios comportamientos de entrenamiento que había visto emplear exitosamente al entrenador en jefe de los San Antonio Spurs, Gregg Popovich. Dicha respuesta resalta la noción de que la relación entrenador-atleta determinará, en última instancia, la efectividad o ineficacia de los comportamientos de entrenamiento.

Ahora, ¿qué viene primero: comportamientos positivos y de apoyo o una relación sólida? Parece lógico que sería una mezcla de los dos. Mi siguiente publicación proporcionará una colección de estrategias que se ha demostrado que pueden fomentar relaciones sólidas entre el entrenador y el atleta.