La era del conocimiento descentralizado y distribuido

La "Era de la información" está muerta. Larga vida a la era del conocimiento descentralizado y distribuido.

Lo que es nuevo y digno de mención es la conectividad y el intercambio de información que están creciendo a un ritmo exponencial. No solo hay una cantidad abrumadora de información disponible de forma más o menos libre, sino que debemos darle sentido en nuestra vida personal y profesional, literalmente todos los días. Solo para sobrevivir

Por la naturaleza misma de nuestros cerebros, cada bit de conocimiento que encontramos busca la conexión con otros fragmentos de conocimiento. Este es un principio fundamental de aprendizaje.

El aprendizaje es un impulso para tratar de dar sentido a la información (datos). Este es un proceso de recopilación de más puntos (de información) y de hacer que las conexiones crezcan a un ritmo exponencial entre esos puntos. Todo esto sucede en nuestro cerebro, lo sepamos o no.

¿No deberíamos estar más conscientes? ¿Cómo podremos, como individuos, y como sociedad, seguir los desafíos que acompañan los cambios exponenciales en la tecnología? No estamos acostumbrados a cambiar a ese ritmo. Todos nosotros nos resistimos al cambio, hasta cierto punto, en algunos aspectos de nuestras vidas. ¿Sabemos siquiera cómo adaptarnos lo suficientemente rápido? ¿Qué podría pasar si no lo intentamos?

La historia de la evolución social ha seguido a la invención de nuevas herramientas. Cuando enfrentamos tareas que estaban más allá de nuestras capacidades físicas, construimos máquinas para hacer lo que nuestros cuerpos no pudieron. Dimos instrucciones a esas máquinas con mucha precisión: "Haz esto, no hagas eso".

El siguiente paso fue inventar máquinas que pudieran realizar tareas mentales que entendíamos cómo hacer, pero que podían funcionar órdenes de magnitud más rápidas que las mentes humanas. Todavía instruimos esas máquinas con precisión.

Hasta finales del siglo XX, la evolución de la educación siguió un patrón similar. Comenzando hace cientos de años, un número relativamente pequeño de personas altamente educadas e informadas crearon estructuras organizativas donde individuos específicos en ciertas posiciones controlaban el flujo de información. La información se alojó en un modelo centralizado y se distribuyó a través de canales definidos.

¿Qué le ha sucedido a la educación y la estructura social en los últimos 30 años? Los países en desarrollo orgullosamente se califican a sí mismos por el creciente número de personas con estudios secundarios y universitarios. En la Vieja Economía, eso se tradujo en trabajadores que podían hacer algo más que trabajo manual. ¿Qué sucede cuando porciones significativas de una población aprenden a pensar y hacer preguntas, especialmente sobre la autoridad? ¿Cómo responden las dictaduras autoritarias a este signo de crecimiento intelectual? ¿Recuerda las quemaduras de libros en Alejandría, Alemania Nazi y en la Revolución Cultural China? ¿Cuáles son esos, si no los intentos de destruir el libre flujo de información y pensamiento, legitimados en nombre de la preservación de la estructura social?

Hoy, las estructuras sociales, económicas y gubernamentales nuevamente se sienten ambivalentes sobre la explosión de información. Por un lado, representa el progreso. Por otro lado, el conocimiento permite que los elementos disruptivos ganen poder e influencia.

Por ejemplo, los medios dominantes y, esperamos, los líderes del gobierno, finalmente están comenzando a darse cuenta y reconocen que los miembros del Estado Islámico (ISIL) están utilizando hábilmente las redes sociales y otros recursos de Internet en formas notablemente sofisticadas y poderosas para reclutar decenas de miles de seguidores y los inspiran para causar estragos en todo el mundo. El poder del conocimiento descentralizado.

Esta situación ilustra un nuevo desafío en el entorno corporativo de hoy: el liderazgo ahora se dirige a seguir el flujo de información. La estructura organizacional ya no dicta el flujo, como ha sido tradicional. El liderazgo debe ser flexible, adaptable y definido contextualmente. Los equipos se definen por la información que necesitan para trabajar y compartir. Por lo general, algunos miembros del equipo ni siquiera son empleados formales y pueden no estar sujetos a las líneas de autoridad tradicionales. ¿Cómo podemos administrar a las personas cuando no podemos controlar lo que saben y cuando no podemos despedirlos?

Especialmente para las iniciativas de Agile Innovation, los grupos de trabajo deben ser entrenados como "equipos de alto rendimiento" donde el liderazgo es una responsabilidad compartida de forma dinámica centrada en los resultados basados ​​en datos. Este concepto es críticamente importante ya que tales esfuerzos siempre enfrentan un gran desafío en forma de resistencia al cambio.

La resistencia se encontrará dentro del equipo mismo y en varios bolsillos de toda la organización. De hecho, el problema se extiende a todos los interesados ​​en el ecosistema. Para que una innovación tenga éxito, su valor debe ser reconocido por todas las partes interesadas, especialmente los competidores.

¿Cómo puede el equipo preparar el ecosistema para aceptar los cambios que forman parte del paquete de innovación? Deben aprovechar la conectividad y el conocimiento compartido por muchas personas en todo el ecosistema. Este enfoque será efectivo solo cuando todos adopten la responsabilidad individual y colectiva por los resultados.

¿No es este el significado real del conocimiento descentralizado? ¿Cómo podría tal dirección ser un signo de evolución social positiva?