La mejor forma de prepararse para el futuro

Parece que todos los días nos despertamos con una nueva sorpresa.

La sorpresa es nuestra prueba personal del rápido cambio social y tecnológico, una colisión psíquica de la realidad y las expectativas, y ha sido el tema implacable de nuestras vidas. Nos agita y anima. El mundo está cambiando más rápido que nuestra capacidad emocional e intelectual para ponerse al día. Y, sin embargo, el ritmo del cambio se está acelerando. En este momento no hablamos mucho sobre geoingeniería, energía orgánica, máquinas superinteligentes, plagas de bioingeniería, nanofactorías, cromosomas humanos artificiales o riesgo de longevidad, pero algún día, ¡sorpresa! Encontraremos que hablamos de poco más.

Nuestro futuro global nos tiene reservadas muchas sorpresas, así que debemos comenzar a prepararnos.

El negocio ya tiene. Dentro de cada industria, los ejecutivos están expandiendo los sistemas y procesos de vigilancia, y contratando a los principales oficiales de riesgos. Gobiernos, también. Los líderes están fortaleciendo las fronteras con nueva seguridad, nuevas disputas comerciales, nueva supervisión de la inversión extranjera y normas de inmigración más estrictas. Los reguladores están re-regulando.

Los sectores público y privado están haciendo todo lo imaginable para prepararnos a todos contra la sorpresa.

Pero hay otro lado para prepararse. Como sociedad y como individuos, también debemos prepararnos para la sorpresa. La distinción es sutil, pero profunda. Prepararse contra la sorpresa es hacer todo lo posible para eliminarla: anticipar lo que va a suceder y luego descubrir de antemano cómo reaccionar y cómo protegernos de las posibles consecuencias. Prepararse para la sorpresa es reconocer que este enfoque tiene serios límites. El mundo real es complejo. No podemos prever todas las amenazas. Más allá de los límites de la previsión, debemos confiar en recursos más profundos para que podamos vernos: visión, valores, principios, ética, educación. ¿Podemos evitar la sorpresa? No. Pero con estos recursos podemos moldear sus consecuencias.

Entonces, ¿cómo nos preparamos todos para la sorpresa? Para empezar, tenemos que ponernos a la altura de este momento histórico en el que nos encontramos. Es cuando nos dejan aferrados al panorama general que es más probable que adoptemos el equivocado por las razones equivocadas. Necesitamos construir conscientemente esa imagen ahora, de modo que cuando los impactos lleguen podamos alejarnos del temor y el terror de su inmediatez y colocarlos en su contexto más amplio, donde tenemos mucha más influencia sobre su significado (y nuestra respuesta).

"La perspectiva es la guía y la puerta de entrada". Cuando Leonardo da Vinci escribió estas palabras, estaba hablando de una nueva técnica artística, pero podría haberse dirigido a toda su generación. Da Vinci, como nosotros hoy, vivió en un momento de implacable sorpresa, cuando Colón, Copérnico, Gutenberg y otros, también redibujaron todos los mapas del mundo, democratizaron la comunicación y provocaron un florecimiento de logros creativos. Pero su mundo también lidió con el mismo lado oscuro del cambio rápido con el que luchamos: la división social, el extremismo político, la inseguridad, las pandemias y otras consecuencias involuntarias del descubrimiento.

Para obtener una perspectiva en este momento sorprendente, debemos dar un paso atrás y reconocer: hemos estado aquí antes. Este es el segundo Renacimiento. Para evitar ser desgarrado por sus tensiones, debemos reconocer el hecho y obtener valor y sabiduría de las lecciones del pasado.