Por qué “malo” no es igual a “loco”

Igualar “mal” con “enojado” es científicamente inexacto y sociomoralmente ingenuo.

El reciente asesinato masivo en Marjory Stoneman Douglas High School en Florida ha abierto un viejo debate sobre la distinción conceptual entre “malo” y “loco”. Esto es algo que he estado examinando durante muchos años en mi papel de investigador principal en un proyecto nacional que investiga la cobertura de los medios de las enfermedades mentales.

Cambio de perspectivas

En el pasado, los perpetradores de asesinatos en masa solían ser considerados personas “malas”, y con frecuencia se describían usando términos morales como malvados, malvados o depravados. En esta línea de pensamiento, la enfermedad mental no tiene nada que ver con los asesinatos en masa. En cambio, se considera que los perpetradores carecen de una brújula moral, poseen una ideología extrema y albergan fuertes resentimientos sociales. En otras palabras, se los considera malos, no enojados.

Más recientemente, existe una tendencia creciente a explicar asesinatos en masa al especular sobre el estado mental del presunto perpetrador. En esta línea de pensamiento, el perpetrador está loco, no está mal, y sus acciones se atribuyen a los síntomas de una enfermedad mental desconocida. Este argumento se manifiesta con frecuencia en la cobertura de los medios de asesinatos en masa, que a veces adopta el lenguaje de la psiquiatría al describir tales tragedias.

Tristemente, esto se hace a menudo en ausencia de evidencia de que la enfermedad mental haya estado involucrada.

Por ejemplo, Anders Breivik asesinó a 77 personas en un asesinato masivo en julio de 2011. Algunos medios de comunicación en ese momento atribuyeron sus acciones a la enfermedad mental, específicamente a la psicosis. Sin embargo, la evaluación psiquiátrica en la fría luz del día indicó que no sufría de psicosis, sino que fue impulsado únicamente por la ideología extrema y el resentimiento. Breivik era malo, no estaba loco.

Otros ejemplos abundan, especialmente si se utiliza una definición amplia de asesinatos en masa. Stalin y Hitler podrían considerarse los dos mayores asesinos en masa del siglo XX. Ambos fueron consumidos por el odio, el resentimiento y la ideología extrema. Fue esto, más que una enfermedad mental, lo que los llevó a iniciar crímenes atroces contra la humanidad, incluyendo asesinatos masivos de judíos, kulaks y otros.

Combatiendo el estigma

El lenguaje tiene consecuencias. La combinación continua (y errónea) de “malo” con “loco” puede contribuir a los ya altos niveles de estigma asociados con la enfermedad mental. Puede provocar miedo injustificado, desconfianza y sospecha sobre las personas con enfermedades mentales. Reducir ese estigma es, por lo tanto, una alta prioridad para los defensores de la salud mental.

Aquí en Canadá, investigadores y activistas han estado trabajando proactivamente con los periodistas durante muchos años para ayudar a mejorar sus informes de salud mental. Como parte de estos esfuerzos, se han producido y difundido ampliamente directrices de presentación de informes sobre prácticas óptimas, que prestan especial atención a la verificación de los hechos y evitan la especulación. Las investigaciones recientes sugieren que los periodistas canadienses se han adherido a estas directrices, lo cual es una buena noticia.

Del mismo modo, los investigadores han estado trabajando con personas con enfermedades mentales para producir cortos videos educativos que se han mostrado en las escuelas de periodismo y otros eventos de divulgación para reducir el estigma. Una de estas historias cortas convierte perspicazmente la loca / mala fusión en su cabeza con una deliciosa ironía (vea el video a continuación).

Cambio de idioma

Nosotros, en psiquiatría y psicología, hemos estado a la vanguardia de los esfuerzos para cambiar el lenguaje que se usa comúnmente para describir los comportamientos humanos. En tiempos pasados, los síntomas conductuales de las enfermedades mentales se consideraban comúnmente como la consecuencia de fallas morales, o incluso posesión demoníaca. La investigación clínica ha ayudado a sacar al público de tales nociones erróneas.

De hecho, el ex presidente de la Asociación Americana de Psicología O. Hobart Mowrer escribió un famoso artículo donde sostenía que una de las contribuciones de la “contribución de la época” a la sociedad reducía el uso generalizado de la terminología moral, como el “pecado”, y la reemplazaba con terminología clínica, como “enfermo”.

Sin embargo, una consecuencia involuntaria de dicho cambio en el lenguaje dominante significa que los conceptos y la terminología de la psiquiatría y la psicología se han convertido en las explicaciones para todo el comportamiento humano, incluidos los actos de violencia incomprensibles, como los asesinatos en masa.

Este grupo lingüístico (o “medicalización”, para usar la terminología correcta de las ciencias sociales) significa que muchas personas son rápidas para imputar asesinatos masivos a enfermedades mentales, en lugar de a una compleja red de causalidad que puede incluir bajeza moral, ideología extrema y resentimientos sociales. De hecho, los asesinatos en masa son eventos donde el lenguaje explicativo moral y sociológico puede ser más preciso y apropiado que el lenguaje explicativo de la psiquiatría o la psicología.

Conclusión

En resumen, la noción de que lo malo es locura es un estereotipo pernicioso que surge de diversas fuentes. Es una representación inexacta de las complejidades sociales que contribuye al estigma perjudicial sobre la enfermedad mental. Muchas partes interesadas clave, incluidos los medios de comunicación, los médicos, los investigadores, los responsables de la formulación de políticas y las organizaciones de defensa, tienen un papel que desempeñar para desentrañar al público de tales nociones.

Investigaciones recientes con los medios canadienses indican que podemos estar avanzando en este sentido.

Esperemos que esto continúe.