Sal de mi cabeza: ¿Funciona la supresión del pensamiento?

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Fuente: morguefile.com

Pensamientos negativos aterradores e indeseados. Nuestro instinto es a menudo sacarlos de nuestra cabeza. O fingir que no están allí. La supresión del pensamiento se refiere al acto deliberado de tratar de forzar la información no deseada fuera de su conocimiento.

Recuerde el viejo acertijo: durante los próximos dos minutos, piense en lo que quiera, pero no puede pensar en los elefantes rosados. ¡Piensa lo que quieras, pero no debes pensar en los elefantes rosados! Por supuesto, todos informan que vieron a uno o más grandes elefantes rosados ​​en su mente inmediatamente después de que les dijeran que suprimieran esa imagen.

Hace más de 20 años, se llevó a cabo un estudio para evaluar la predicción de que el intento de una persona de suprimir los pensamientos puede dar lugar a la preocupación por ese pensamiento, un fenómeno que los investigadores denominaron efecto de rebote (Wegner, Schneider, Carter, & White, 1987). En este experimento, se pidió a los participantes que hablaran espontáneamente durante cinco minutos seguidos, hablando sobre cualquier cosa y todo. Luego, nuevamente se les pidió que verbalizaran cada cosa que les venía a la mente, pero esta vez les dijeron que no pensaran en un oso blanco. Se les ordenó que sonaran cada vez que decían o pensaban "oso blanco". Curiosamente, en comparación con un grupo al que se le dijo que pensara en los osos blancos, el grupo al que se le pidió que suprimiera los pensamientos del oso blanco realmente tenía más pensamientos sobre este tema. Los investigadores concluyeron que los intentos de supresión del pensamiento tenían un efecto paradójico, lo que sugiere que la supresión podría en realidad producir el mismo pensamiento que pretende sofocar. Investigaciones posteriores han respaldado esta noción y confirma el fracaso repetido de las personas para suprimir con éxito los pensamientos no deseados (Wenzlaff y Wegner, 2000). En otras palabras, la supresión de pensamiento simplemente no funciona.

Este trabajo tiene fuertes implicaciones con respecto al control del pensamiento como una estrategia de autoayuda para mujeres posparto con pensamientos de miedo. La mayoría de las mujeres posparto admitirán que su instinto inicial es suprimir el pensamiento; simplemente, quieren hacer que el mal pensamiento desaparezca tratando de no pensar en ello. La idea de que no es saludable, e incluso peligroso, sofocar las emociones y embotellarlas en el interior no es nueva. Pero el mensaje aquí es importante: la respuesta instintiva para controlar un pensamiento aterrador al retenerlo u ocultarlo suele ser contraproducente y empeora las cosas. La persistencia crea resistencia; cuanto más intentas alejar los pensamientos, más grandes se vuelven.

Esta paradoja se describió en Therapy and the Postpartum Woman (Kleiman, 2008) utilizando la metáfora de un globo de agua lleno. Imagine tratar de controlar un globo de agua tambaleante que descansa precariamente en la palma de su mano. El instinto de uno es a menudo agarrarlo mientras rueda de un lado a otro. Pero al hacerlo, uno se da cuenta de que el globo hinchado sobresale de los dedos y cae al suelo, o explota en medio de un lío. De cualquier manera, el control se ha perdido. La única forma de ganar control sobre un globo de agua inestable es soltar los dedos, abrir lentamente la mano y soltar el agarre firme. Este ejercicio demuestra la paradoja del control. Dejar ir cuando uno está abrumado y asustado es difícil y puede sentirse contraproducente, pero funciona.

¿Cómo se deja ir?

Es un concepto que atrae una gran atención en los círculos de la psicología pop: liberarse de su pasado, soltar rencores, dejar de lado el desorden, dejar ir a sus hijos emancipados, dejar ir a un amor perdido. La lista es interminable. El concepto de dejar ir generalmente se refiere a la combinación de dos cosas: (a) aceptar la presencia de algún estado actual (tal vez doloroso), y (b) perdonar o aceptar la propia responsabilidad y vulnerabilidad dentro de ese estado. Piénselo de esta manera: ocurre algo que causa estrés (es decir, que los niños se vayan a la universidad). En respuesta a este evento, hay algo o nada que uno puede hacer. Si algo debe o puede hacerse para aliviar ese estrés, es necesario que se tomen medidas (es decir, tomar una clase vespertina o volver a conectar con amigos). Sin embargo, si la acción no fuera útil, entonces uno tiene que aprender a adaptarse a este nuevo estado del ser (es decir, nido vacío). Este proceso de aprender a dejar ir tiene que tener lugar cuando no se necesita una acción directa, pero se busca el alivio de la angustia emocional. A veces, hacer nada es lo más difícil de hacer.

Irónicamente, el concepto de no hacer nada o no hacer nada con respecto al ajuste emocional requiere mucho trabajo. Se necesita un deseo de superar el estado de incomodidad actual y dejarlo ir para seguir adelante. El maestro espiritual y autor Eckhard Tolle (1999) usa una metáfora simple que ayuda a elucidar este complicado proceso. Él responde a una pregunta que le hacen con frecuencia:

"¿Cómo dejamos caer la negatividad? Al soltarlo. ¿Cómo se deja caer un trozo de carbón caliente en la mano? ¿Cómo arrojas algún equipaje pesado e inútil que llevas? Al reconocer que no quiere sufrir ni soportar la carga más y luego dejarla ir "(Tolle, 1999, p 79)

Este es un ejemplo de lo simple que puede ser algo tan complicado. Creo que el uso de esta imagen es más útil cuando se usa junto con un mordisco y un gesto de sonido. Vocalizar las palabras, carbón caliente , coincidiendo con un movimiento de la mano desde un puño cerrado a uno abierto, puede indicarle al cerebro que debe "soltarlo". Créanlo, nuestros cerebros aprenden a responder adecuadamente cuando los entrenamos en este camino. Imagina que el carbón caliente quema la palma de tu mano. Piensa en el dolor que un pensamiento aterrador puede acarrear. Mire su mano, sienta el ardor de ese pensamiento y déjelo caer. La próxima vez que te asalte la idea aterradora, por ejemplo, carbón caliente , abre la mano y déjate llevar.

Adaptado del libro Dough the Baby and Other Scary Thoughts (Routledge 2010) de Karen Kleiman y Amy Wenzel

copyright 2011 Karen Kleiman

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