Apagar la ira con un electrodo

La investigación sobre cómo energizar las neuronas con un electrodo de cuero cabelludo débil suprime la ira.

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Devonte Washington, de 15 años, estaba esperando en la plataforma de una estación de metro del metro de Washington DC con su madre y dos hermanas que se dirigían a una peluquería para hacerse un corte de pelo para el servicio religioso del domingo de Pascua. El joven miró a un desconocido, Maurice Bellamy, de 17 años, que se ofendió al instante, sacó una pistola calibre .38 y mató a Devon. Tres semanas antes, Bellamy había asesinado a un agente del Servicio Secreto fuera de servicio en un robo. El pistolero adolescente tenía una larga historia de extrema ira y violencia impulsiva, que su familia trató de controlar mediante la medicación y el asesoramiento adecuados, pero fue en vano. Esta semana, Bellamy fue sentenciada a 65 años de prisión por los dos asesinatos. El juez redujo la sentencia de los 80 años que solicitó la fiscalía porque Bellamy era menor de edad en el momento de los delitos.

Este trágico ejemplo, como muchos otros que llenan las noticias diarias, resalta el hecho obvio de que gran parte de los delitos violentos son cometidos por personas con una mecha corta, principalmente hombres, que son propensos a estallidos de enojo y violencia patológicos que en última instancia solo dejan una opción: eliminar a esas personas de la sociedad de forma permanente Una nueva investigación está identificando los circuitos neuronales de la ira y la agresión, y los hallazgos ofrecen nuevas esperanzas de comprender cómo se activan y suprimen los impulsos violentos en individuos normales, y cómo las anomalías en estos circuitos pueden dar lugar a patología.

Los nuevos métodos para modular la actividad eléctrica en los circuitos cerebrales, al pasar una corriente de corriente continua débil hacia el cerebro a través del cráneo, junto con las imágenes cerebrales funcionales (IRMf), están aportando una nueva comprensión de las bases biológicas de la ira y la agresión y, en forma experimental. Al menos, los estudios proporcionan un nuevo enfoque para controlar la ira y la agresión mediante la manipulación directa de la actividad eléctrica en estos circuitos.

Un estudio que acaba de publicarse en la revista Cortex por Gadi Gilam y sus colegas de la Universidad de Tel Aviv informa que la ira y la agresión pueden suprimirse apuntando a una región específica del cerebro mediante el uso de una estimulación de corriente directa débil a través del cráneo. Utilizando la técnica de estimulación de corriente continua transcraneal (tDCS), se coloca un electrodo en la frente y se entrega una corriente de CC débil (1.5 mA) durante 22 minutos. No hay efectos obvios de conectar este voltaje a la frente, pero las neuronas en el cerebro debajo del polo positivo de un electrodo se volverán más excitables. A la inversa, la actividad eléctrica en los circuitos neuronales debajo de un electrodo negativo se suprime. De esta manera, la actividad en los circuitos neuronales del cerebro humano puede ser estimulada o inhibida por esta técnica no invasiva. Este nuevo estudio utilizó tDCS para modular un circuito neural que ha sido implicado en el control de impulsos mientras que los sujetos de prueba estaban en una máquina de resonancia magnética magnética (IRMR) para que los cambios en la actividad neural en estos circuitos cerebrales pudieran controlarse mientras se provocaban a la ira.

El sistema límbico es un centro central de detección de amenazas e ira, pero la corteza prefrontal, situada en la región de la frente, puede suprimir la ira y la agresión a través de conexiones descendentes que modulan el sistema límbico. Las rabietas son comunes en los juveniles porque estas conexiones desde la corteza prefrontal no están completamente desarrolladas hasta después de la adolescencia. Este es el fundamento biológico de por qué los jóvenes no son considerados criminalmente responsables en la misma medida que los adultos: no tienen los circuitos que un adulto tiene para controlar la ira impulsiva. Estos circuitos pueden interrumpirse a través de la experiencia de la vida, la genética, las drogas o las enfermedades, y no cumplen su función normal para sofocar los impulsos violentos, lo que lleva a estallidos de ira, asalto y delitos violentos.

Una región particular de la corteza prefrontal (el vmPFC) se compromete durante la ira y la agresión, como puede verse al usar fMRI; tDCS se ha utilizado para explorar y manipular los circuitos neuronales en muchos tipos de experimentos neurobiológicos y psicológicos, pero si el estímulo actúa como un placebo o opera indirectamente al proporcionar una sensación sutil que actúa como una señal ha generado una gran controversia. En este nuevo estudio, los investigadores pudieron demostrar que el tDCS aumentó efectivamente la actividad neural en el vmPFC mediante el uso de imágenes cerebrales funcionales, y cuando este circuito fue activado por el voltaje aplicado, se eliminó la ira. Los sujetos en el estudio participaron en un juego en el que un pago monetario se distribuyó de manera justa o injusta. Naturalmente, ser “engañado” provocó enojo en los sujetos de prueba, que los participantes calificaron en una escala de 1 a 10. Cuando los participantes en el juego se sintieron engañados, su nivel de enojo se redujo cuando se aplicó tDCS para activar los circuitos desde El vmPFC que inhibe la amígdala en el sistema límbico. La estimulación simulada diseñada para producir sensaciones similares en la piel pero no manipular la actividad en los circuitos neurales sirvió como control.

El propósito del estudio es identificar y comprender los circuitos neurobiológicos de la ira y la agresión, pero los autores afirman que los hallazgos tienen un posible uso clínico. La ira y la agresión provocadas por provocaciones interpersonales son comunes en numerosos trastornos psiquiátricos y afecciones médicas, y existe la necesidad de mejores tratamientos que los medicamentos disponibles en la actualidad, el asesoramiento y el último recurso del encarcelamiento. Los autores afirman que sus hallazgos sugieren que el tDCS puede proporcionar “un adyuvante no invasivo para mejorar las capacidades de afrontamiento de la ira en individuos con manifestaciones patológicas de ira, y quizás también para la inoculación terapéutica para poblaciones en riesgo de desarrollar dicha patología”. En otras palabras, actuando como un marcapasos para el cerebro, tDCS puede cumplir la promesa de una intervención para prevenir el tipo de bomba de tiempo y la tragedia sin sentido que todos los involucrados con Bellamy vieron venir e intentaron, pero no pudieron, prevenir.