"El hombre planea, y Dios se ríe"

"Mann Tracht, Un Gott Lacht" es un antiguo adagio en yiddish que significa: "El hombre planea y Dios se ríe". A pesar de nuestra cuidadosa planificación, el Camino de la vida es impredecible. Podríamos tener estrategias de conducción y destino, pero nuevas vistas panorámicas podrían atraernos o obstáculos imprevistos pueden disuadirnos.

Nuestros mejores planes en la vida pueden verse alterados por cambios inesperados, que pueden ser decepcionantes o estimulantes. Los reveses personales o de otro tipo, las pérdidas de seres queridos, las enfermedades o los accidentes, los corazones rotos o las almas torturadas no son infrecuentes en nuestras vidas. Por otro lado, el destino puede proporcionar buena fortuna no anticipada o experiencias alentadoras.

Por lo tanto, todos vivimos con cierto grado de incertidumbre tanto a nivel personal como a nivel nacional e internacional. Esto último es especialmente así teniendo en cuenta las malas noticias de convulsiones en la Madre Naturaleza, sustos de salud y violencia nacional y militar.

A pesar de las posibles calamidades, se nos insta a pensar positivamente, mantener un espíritu de optimismo y no detenernos en las posibilidades negativas. Pero este consejo es difícil de seguir cuando abundan los problemas serios.

¿Entonces lo que hay que hacer? No podemos pasar por la vida siendo constantemente vigilantes, al menos si deseamos algo parecido a la paz interior. La gran mayoría de nosotros ha desarrollado la capacidad de compartimentar o "bloquear" cognitivamente nuestras vulnerabilidades.

Ponemos pensamientos de peligro en un "compartimiento seguro" en nuestras mentes, de modo que los temores de peligros impredecibles no interfieran con nuestras vidas cotidianas.

Intentamos lo mejor que podemos para minimizar las posibilidades de que sucedan cosas malas, por ejemplo, a prueba de niños nuestras casas, usando cascos cuando viajan en bicicleta y protector solar cuando toman el sol, comen alimentos saludables, evitan situaciones peligrosas y compran varios tipos de seguro.

Pero en el fondo nos damos cuenta de que no podemos evitar los actos desastrosos de la Madre Naturaleza o el Padre Destino. No podemos evitar que ocurran todos los accidentes, ni podemos mantener a nuestros seres queridos sanos y salvos.

Aprendemos (generalmente por experiencia personal) que los reveses y las tragedias, como los placeres y los éxitos, son partes "naturales" del flujo y reflujo de la vida.

Cuando nos enfrentamos a reveses o pérdidas, abundan los clichés, y se nos aconseja: "Montar las olas, rodar con los golpes", etc., pero somos seres emocionales sensibles, no robots: respondemos emocionalmente. Tratamos de evitar el dolor emocional o físico que puede angustiarnos y entristecernos.

Incluso en los tiempos oscuros, sin embargo, sabemos en cierto nivel que "esto también pasará". Después de los terribles sentimientos iniciales, reunimos nuestros pensamientos, brindamos nuestras fortalezas y las superamos. En estos períodos, recordamos que el tiempo y las personas afectuosas finalmente mejorarán las cosas.

En períodos de serenidad y calma, debemos apreciar lo bueno en nuestras vidas. Pero exultante de alegría y un sentido de invencibilidad debido a la salud y el éxito de nuestros seres queridos o al lograr un hito o una buena fortuna, debe ser atemperado por la realidad. Así como con la tristeza, el placer y la celebración son efímeros, y "esto también pasará".

Además de "muerte e impuestos" como inevitables de la vida, hay otra experiencia en la que puedes apostar a la casa: "Cosas" realmente sucederán en nuestras vidas, ocurrirán cambios inesperados. Sin embargo, tenga la seguridad de que después de una alegría extrema o una tristeza profunda, su vida volverá a su estado natural de normalidad.

Como lo expresó admirablemente Rudyard Kipling en su poema "Si": "Si puedes enfrentarte al triunfo y al desastre y tratar a esos dos impostores de la misma manera … Eres un hombre mejor que la mayoría".

Las recesiones no son derrotas permanentes, y los éxitos no son triunfos definitivos. Cómo enfrentamos nuestros reveses -con resiliencia– y aceptamos nuestros éxitos -con gracia- son medidas importantes de nuestro valor como individuos.