El lado oscuro de "The Love Hormone"

Todo el mundo ama la oxitocina, la hormona y el neurotransmisor que funciona como la "droga del amor" interna del cuerpo. Tiene la reputación de ser la sustancia química más cálida y difusa que existe. Como he escrito antes, la oxitocina puede moderar los sentimientos de miedo en entornos sociales. Pero hace mucho más que eso. Además de una lista bastante extensa de funciones en la reproducción sexual, el parto y la lactancia, la oxitocina afecta la forma en que los mamíferos se comportan unos con otros. En un famoso experimento, por ejemplo, se descubrió que los sujetos se comportaban de una manera más confiada después de inhalar una dosis de gotas nasales con oxitocina.

Pero no todos los efectos de la oxitocina son tan deliciosos.

Los experimentos con ratas han demostrado que el aumento de los niveles de oxitocina puede conducir, en ciertas circunstancias, a una mayor agresión. Y un experimento reciente llevado a cabo en la Universidad de Haifa en Israel ha encontrado algunos efectos no tan agradables en los humanos también. Los sujetos recibieron dosis de aerosol nasal que contenían oxitocina o un placebo, y se les pidió que jugaran un juego de computadora contra un compañero sujeto de la prueba. En realidad, en aras de la coherencia experimental, no había otro jugador: los sujetos jugaban contra una computadora. El resultado interesante fue que los sujetos que habían tomado oxitocina se regodearon más cuando ganaron, y fueron más envidiosos cuando perdieron, que los controles.

Parece, explica el investigador Simone Shamay-Tsoory, que la oxitocina de alguna manera ayuda a involucrar el impulso social de una persona, para bien o para mal. "Cuando la asociación de la persona es positiva, la oxitocina refuerza los comportamientos pro-sociales; cuando la asociación es negativa, la hormona aumenta los sentimientos negativos ", dice.

Una vez más, la verdad sobre un químico cerebral resulta ser mucho más complicada de lo que sugerirían los titulares de periódicos y revistas. Para mí, eso no es algo malo en absoluto. Si una cosa es segura, el cerebro es una máquina increíblemente compleja, por lo que cuanto más complicadas sean nuestras explicaciones sobre sus funciones, más probable será que sean precisas.