La conexión entre el sueño y el apetito

Comer y dormir son dos de las funciones humanas más básicas, ambas esenciales para la supervivencia. También son dos procesos biológicos que están profundamente entrelazados, a medida que la ciencia descubre cada vez más. Hay alimentos que promueven el sueño (incluidas las frutas ricas en potasio y los vegetales de hojas verdes oscuras) y los alimentos que pueden interferir con el sueño (piense en refrigerios con alto contenido de grasa). Demasiado o muy poco sueño altera el apetito y causa estragos con las hormonas relacionadas con el hambre. Dormir lo suficiente hace que la comida chatarra parezca más tentadora y aumenta el deseo de alimentos grasos y altos en calorías. Permanecer despierto hasta altas horas de la noche a menudo conduce a un mayor consumo de calorías en general y nos hace más propensos a aumentar de peso. Por otro lado, el sueño reparador de alta calidad en cantidades moderadas (no demasiado poco, no demasiado) tiene una influencia positiva en el control del peso a largo plazo.

Nuevas investigaciones nos dan una idea de cuán profundamente conectados están el sueño y la alimentación. Los científicos han descubierto en las moscas de la fruta que una molécula cerebral que ya se sabe que regula el apetito también puede desempeñar un papel importante en la regulación del sueño. Investigadores de la Universidad de Brandeis descubrieron que un neuropéptido en el cerebro de la mosca de la fruta, ya reconocido como un regulador de la alimentación, también puede influir dramáticamente en los niveles de sueño y actividad. Los neuropéptidos son moléculas que permiten la comunicación entre las células del cerebro y participan en la regulación de varios procesos fisiológicos importantes, incluidos el apetito y el metabolismo. Los investigadores examinaron el posible papel en la regulación del sueño de un neuropéptido particular, conocido como sNPF, que ya se sabe que regula la ingesta de alimentos y la función metabólica. Los investigadores manipularon el neuropéptido sNPF en moscas de la fruta para ver qué efectos tenía en el sueño y los niveles de actividad. Descubrieron que la alteración de la actividad de sNPF tenía un efecto dramático que inducía el sueño en las moscas:

  • Cuando el sNPF se activó por encima de los niveles normales, las moscas de la fruta se durmieron casi de inmediato .
  • Las moscas dormían excesivamente y los niveles de actividad caían dramáticamente después de la activación de sNPF . Las moscas se despertaron del sueño para comer o para encontrar una nueva fuente de alimento y luego se durmieron nuevamente.
  • Cuando los niveles de sNPF volvieron a la normalidad, los hábitos de sueño de las moscas de la fruta cambiaron y las moscas volvieron a los patrones normales de sueño y niveles de actividad.
  • La activación de sNPF que cambió los patrones de sueño y los niveles de actividad en las moscas de la fruta no alteró el comportamiento de alimentación a corto plazo.

¿Qué significa este descubrimiento? Proporciona una nueva ventana a la conexión neurológica entre dormir y comer. Estos hallazgos por sí mismos no explican cómo los mecanismos fisiológicos detrás del sueño y la alimentación están relacionados o influenciados por el otro. Pero la identificación de una señal compartida que regula tanto comer como dormir establece una conexión neurológica importante y muy tangible entre las dos funciones. Otra investigación reciente también ha explorado las conexiones cerebrales entre dormir y comer, y las posibles implicaciones para el control de peso:

Investigadores de la Universidad de California, Berkeley, investigaron los efectos de la privación del sueño en las funciones cerebrales relacionadas con las elecciones de alimentos. Mediante el uso de imágenes por resonancia magnética, los científicos observaron la actividad neurológica de personas privadas de sueño y bien descansadas mientras veían imágenes de una variedad de alimentos saludables y no saludables. Las exploraciones revelaron que el centro de recompensa del cerebro respondió con más fuerza a las imágenes de alimentos ricos en calorías entre el grupo privado de sueño que el grupo bien descansado. Las imágenes de resonancia magnética también mostraron que la falta de sueño disminuía la actividad en el área del cerebro que regula el control del comportamiento. Este estudio sugiere que la falta de sueño tiene un doble efecto sobre la alimentación: no dormir lo suficiente nos hace más propensos a comer mal y, al mismo tiempo, menos capaces de ejercer control sobre nuestros impulsos de comer esos alimentos que no son buenos para nosotros. .

Los científicos en el St. Luke's-Roosevelt Hospital Center y la Universidad de Columbia también examinaron los efectos de la falta de sueño en las respuestas neurológicas a los alimentos. Los investigadores utilizaron imágenes de resonancia magnética para observar la actividad cerebral entre dos grupos de adultos de peso saludable: un grupo había dormido varias noches completas y el otro grupo había estado limitado a no más de 4 horas de sueño por noche durante 5 noches. El grupo con restricción de sueño demostró una mayor actividad en el centro de recompensa del cerebro cuando mira imágenes de comida chatarra. Las imágenes por resonancia magnética mostraron que los centros de recompensa de sujetos restringidos por el sueño no reaccionaron de esta manera ante la vista de alimentos saludables. El grupo bien descansado no mostró esta respuesta de centro de recompensa a las imágenes de comida chatarra.

Tanto los problemas del sueño como los problemas metabólicos asociados con comer en exceso presentan desafíos significativos para la salud a largo plazo. La interrupción y la falta de sueño se ha convertido en un problema cada vez más común en las últimas décadas, lo que contribuye al riesgo de una serie de enfermedades graves, incluidas las enfermedades cardiovasculares, algunos tipos de cáncer y la diabetes. La obesidad es un problema importante de salud pública en los Estados Unidos. El aumento en la tasa de obesidad se está desacelerando un poco después de décadas de fuerte crecimiento. Aún así, para 2030, las proyecciones sugieren que más del 40% de los adultos estadounidenses serán obesos.

Comprender la relación del sueño con el consumo de alimentos, la regulación del peso y el metabolismo es un trabajo crítico. Identificar una sola molécula neurológica que ayude a regular el sueño y la alimentación es un avance significativo en esa comprensión. Hay mucho más que aprender sobre la relación entre dormir y comer, y cómo podemos usar esa relación para fomentar la pérdida de peso y mejorar la salud en general. Pero este último descubrimiento podría ser una pieza importante del rompecabezas del peso del sueño.

Dulces sueños,

Michael J. Breus, PhD

El Sleep Doctor ®

www.thesleepdoctor.com

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