La práctica perdida del autoexamen

Una práctica que puede ayudarnos a ser buenos.

Mike Austin

Fuente: Mike Austin

El autoexamen es una de las muchas prácticas espirituales presentes en muchas tradiciones de sabiduría que haríamos bien en implementar en nuestras propias vidas. En una discusión sobre esta práctica, el filósofo contemporáneo James Gould dice que el autoexamen es el “monitoreo y evaluación regulares de nuestro propio progreso moral”. 1

Muchos defensores de esta práctica, en el pasado y en el presente, señalan que debería participar dos veces al día. Por la mañana, el objetivo es pensar en todo lo que debe hacer en el día por venir, con un enfoque en las responsabilidades y obligaciones que tiene ese día. El examen de la tarde está destinado a revisar el día.

Durante esta revisión de final del día, uno podría plantear varias preguntas. Séneca, el filósofo romano, se preguntaba:

  • “¿Qué mal hábito curé hoy?”
  • “¿A qué tentación me resistí?”
  • “¿De qué manera específica soy mejor de lo que era ayer?”

También podríamos preguntarnos qué virtudes hemos ejemplificado: coraje, honestidad, compasión u otros. ¿Traté a los demás con respeto? ¿Era justo conmigo mismo y con los demás? O uno podría optar por una simple pregunta sugerida por el Dalai Lama: “¿Hoy tuve un corazón bondadoso?”

Este tipo de ejercicio puede ser muy útil. Podemos dedicar tiempo a pensar en muchos de nuestros objetivos, tanto profesionales como personales, y para tener éxito, formamos intenciones específicas y luego las ponemos en práctica en nuestras vidas reales. Debemos evitar la introspección mórbida o la culpa injustificada, pero si hacemos de una mejor persona uno de nuestros objetivos en la vida, la práctica del autoexamen nos puede ayudar a progresar. Como lo expresó Gould, “El autoanálisis cuidadoso es un medio importante para la auto-transformación”.

Referencias

1. James Gould, Ser bueno: el papel de la práctica espiritual, ” Philosophical Practice 1 (2005): 135-147. Citas de la p. 145.