Ser afortunado

Hace algunas semanas, mi novio y yo fuimos a ver a Sarah McLachlan al Beacon Theatre aquí en Nueva York. El concierto fue inspirador en muchos niveles. Ella había traído a dos brillantes cantantes jóvenes a quienes graciosamente presentó durante toda la noche. Durante los descansos, cada uno habló sobre el trabajo humanitario que estaban haciendo y contribuyendo en todo el mundo. Se rieron, bailaron, compartieron el centro de atención y crearon algunas de las armonías más gloriosas y fascinantes que jamás haya escuchado.

Hacia el final del espectáculo, Sarah dijo, con una humildad que trajo un rugiente silencio a la multitud: "Amo mi trabajo, amo mi vida". Y me senté allí, con una mente inspirada, un corazón pacífico y el hombre que amo junto a mí, pensando que soy muy afortunado de poder decir lo mismo.

Eso no quiere decir que el camino desde allí hasta aquí siempre haya sido fácil. Nombrar y reclamar las cosas que queremos, en el trabajo, en el amor y en la vida, requiere un gran esfuerzo de corazón y acción. Y el camino puede ser largo, especialmente si apunta alto. Las mejores vistas, después de todo, generalmente se encuentran al final de una dura subida sin mucho espacio en la parte superior.

Todos sabemos que las mejores probabilidades de llegar a nuestros destinos, si queremos hacerlo de una sola pieza, vienen de aprender cómo disfrutar y honrar el viaje. Sentados allí en el concierto, era obvio que la alegría, la generosidad, el compromiso y el talento de Sarah no solo eran los frutos de su trabajo, sino también el trabajo en sí.

Todos somos muy afortunados. No solo tenemos la libertad de elegir los caminos que tomaremos, sino también las actitudes que llevaremos con nosotros a lo largo del camino. Esta realización hace un regalo de cada momento, liberando la energía, la pasión y la creatividad para avanzar con ligereza y diversión en la preciosa colina llamada vida.

¡Feliz escalada!