Soy fuerte … Soy invencible … No estoy contento

Un documento de trabajo de Betsey Stevenson y Justin Wolfers fue lanzado recientemente por la Oficina Nacional de Investigación Económica y está atrayendo la atención de los medios. Confiando principalmente en los datos de la Encuesta Social General, que incluye muestras representativas de los Estados Unidos en los últimos 35 años, los resultados muestran que la felicidad y la satisfacción autoinformadas en los diferentes ámbitos de la vida han disminuido para las mujeres y han aumentado para los hombres. Existen patrones menos pronunciados pero similares en los datos europeos comparables.

Estas tendencias no son grandes, es decir, existen excepciones, pero son consistentes y debido a la representatividad de las muestras que vale la pena tomar en serio.

¿Qué hacer con estos datos? Participo en un servicio de lista de psicología positiva que ha visto una animada discusión de las tendencias. Se han propuesto muchas explicaciones plausibles, aunque pocas se refieren a un punto importante de los autores del documento de trabajo: estas tendencias para las mujeres ocurren en casi todos los contrastes demográficos evaluados en las encuestas: jóvenes versus mayores, más ricos versus más pobres, más educados versus menos madres educadas, casadas o divorciadas que trabajan frente a las que se quedan en casa. y así. Muchas de las explicaciones sugeridas -por ejemplo, el surgimiento de madres solteras y el consiguiente estrés– presumiblemente se aplicarían más a algunos grupos que a otros (por ejemplo, los pobres), pero no es así.

Los propios autores son cautos, pero recuerdan a los lectores que lo que está sucediendo tiene que ser cierto para las mujeres per se. Observan además que las calificaciones de felicidad o satisfacción con la vida son intrínsecamente relativas. Entonces, las tendencias pueden reflejar un cambio en los estándares que las mujeres usan para juzgar su propio bienestar. Tal vez el grupo de referencia ha cambiado a lo largo de los años. Quizás alguna vez las mujeres se compararon con otras mujeres, reales o hipotéticas, mientras que, más recientemente, las mujeres se están comparando con los hombres o con sus propias expectativas sobre lo que implica una buena vida para una mujer. El ideal de "puedes tenerlo todo" suena maravilloso en abstracto, pero en el concreto es muy difícil de lograr.

Incluso en mi modo más optimista, al dar una charla, les digo a las mujeres (y a los hombres) que si alguna vez lo tienen todo, será sucesivamente en vez de simultáneamente.

Los psicólogos positivos han sugerido recientemente que se rastree el bienestar psicológico de las naciones para complementar la información económica, como el PNB. Las decisiones de política deben ser informadas por indicadores de bienestar. Pero, ¿qué hacemos cuando estos indicadores apuntan en direcciones opuestas para hombres y mujeres?

Soy mujer, miro crecer.
Me ven de pies a cabeza
Mientras extendía mis brazos de adoración por la tierra.
Pero todavía soy un embrión
Con un largo, largo camino por recorrer
Hasta que haga que mi hermano lo entienda.
– Helen Reddy y Ray Burton (1972)

Referencia

Steveneson, B., y Wolfers, J. (2009, mayo). La paradoja del declive en la felicidad femenina. Cambridge, MA: Oficina Nacional de Investigación Económica.