4 razones por las cuales las políticas sucias crean líderes "malos"

Parece que en cada ciclo electoral enfrentamos el mismo dilema: nos vemos obligados a elegir entre dos candidatos defectuosos. Escuchamos a las personas (y a nosotros mismos) preguntando: "¿Es esto lo mejor que podemos hacer?" Esta elección, en particular, parece ser la proverbial, "elegir el menor de los dos males". ¿Cómo entramos en esta situación?

Tristemente, solo nosotros (y el sistema político que apoyamos) tenemos la culpa. Nuestros prejuicios perceptivos, nuestras tendencias humanas y la manera en que se realizan las campañas se combinan para afectar tanto a quiénes elegimos como líderes, y cómo los percibimos.

Aquí están las 4 razones psicológicas principales que definen nuestra situación política actual:

1. El efecto We-They. A veces llamado sesgo dentro del grupo, fuera del grupo, este fenómeno generalizado nos hace ver a los miembros dentro del grupo (aquellos con quienes nos identificamos) como miembros positivos y externos como negativos. Desafortunadamente, las campañas políticas de EE. UU. Han explotado terriblemente esta tendencia humana básica a través de estrategias políticas sucias y demenciales. El resultado es un sistema polarizado de dos partes donde cada lado ve al otro como el enemigo. Esto ha llevado a un Congreso estancado y a una fuerte división sin más motivo que la afiliación a un partido político.

2. Sesgos de percepción de la persona. La investigación sobre liderazgo muestra un fuerte prejuicio al preferir líderes fuertes, confiados y HOMBRES. Pensamos "líder" y pensamos "masculino". Si bien eso explica la escasez de mujeres líderes políticas en los EE. UU., También nos atraen los "tipos duros" que parecen poderosos y confiados. El problema es que muchos tipos duros son autodidactas. -servicio de narcisistas, y a menudo no podemos discriminar entre duro y benigno y duro y peligroso.

3. Pereza cognitiva. Confiamos demasiado en nuestras impresiones iniciales de los candidatos y pasamos rápidamente a una especie de "apoyo ciego" para nuestro candidato elegido (y dentro del grupo). Nuestra tendencia a confiar en nuestro juicio inicial significa que no hacemos el trabajo necesario para investigar correcta y objetivamente (es decir, verificar los hechos) a nuestro candidato preferido. Además, nuestros procesos perceptuales sesgados nos obligan a prestar atención a la información que respalda nuestra impresión inicial e ignorar o descontar la información contradictoria. Como resultado, creemos que todo y cualquier cosa que un candidato nos diga, una vez que lo estamos apoyando.

4. Poder de la información negativa. En la percepción personal es bien sabido que a la información negativa se le da mayor peso que a la información positiva. Un candidato puede tener una gran experiencia y cualidades positivas, pero al descubrir algo negativo acerca de él o ella, puede cancelar rápidamente todos los aspectos positivos. Auna este sesgo con campañas negativas -con todo tipo de acusaciones fundadas e infundadas de mala conducta- y concluimos que todos los candidatos son malos. Al final, sentimos que estamos escogiendo el menor de los dos males ("¿Es esto lo mejor que podemos hacer?").

Entonces, ¿cómo hacemos que las cosas vuelvan a la normalidad?

Primero, debemos rechazar las campañas negativas: la política sucia. Por supuesto, no es fácil, pero hubo, al menos, cierto sentido del decoro en la política hace una generación. Los candidatos tienen que aprender a enfatizar sus virtudes primero, y centrarse en lo bueno versus lo mejor ("Mi oponente tiene un plan, pero tengo un mejor plan") en lugar de arrojar barro.

En segundo lugar, investigue cuidadosamente qué dicen los candidatos, sus planes y sus antecedentes y calificaciones. No brinque al soporte ciego simplemente porque un candidato sea miembro del grupo interno, o se base en las impresiones iniciales.

Finalmente, no cedas al "lado oscuro" del efecto nosotros-ellos. Darse cuenta de que los candidatos tienen fortalezas y debilidades, no son "todos buenos" ni "malos".

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