Cuatro trampas del aliado

Lecciones de la investigación de psicología sobre el activismo

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En este momento de gran agitación política y conciencia, muchas personas se identifican como aliadas de varios grupos para mostrar solidaridad y apoyo. Pero el aliado bien intencionado puede hacer una serie de pasos en falso, como se ve en mi artículo con Konjit Page, “Evaluating the Ally Role” (Mizock & Page, 2016). ¿Cuáles son las limitaciones potenciales que pueden derivarse de llamarse a sí mismo “aliado”? A continuación, resumiré algunos de nuestros principales hallazgos.

1. Narración de héroe-víctima . Uno de los mayores problemas con el papel de aliado es que podría contribuir a una narración donde los aliados son considerados “héroes” para las “víctimas” indefensas. El papel aliado puede pasar por alto parte del daño que la opresión representa para los miembros del grupo dominante que se benefician estructuras que crean disparidad.

2. Pseudoaliados y agendas ocultas. Otro de los problemas más importantes con el papel de aliado es el problema de los pseudoaliados. Estas personas se alinean con un grupo principalmente para beneficiarse de la ganancia secundaria de deseabilidad social. Es decir, llegan a ser vistos como simpatizantes de una causa, sin hacer una contribución sustantiva.

3. Confusión de roles. La confusión de roles podría ocurrir para un aliado que hace activismo únicamente en nombre de otro grupo. Yamato (1990) alentó a los aliados blancos en particular a “trabajar en el racismo por su bien, no por su bien” (p. 423). La investigación de la psicología social ha demostrado que alinearse con una misión interna para terminar con la injusticia es vital para involucrarse en un cambio social efectivo y clarificar el rol de uno.

4. Pasar por alto la interseccionalidad. Tenemos múltiples identidades dentro de nosotros, y cada uno puede tener diferentes niveles de privilegios u opresión que cambian con el tiempo. Por ejemplo, un hombre blanco homosexual puede experimentar ventajas sociales asociadas con su género y raza, pero también experimentar el estigma que rodea su orientación sexual. Puedes ser un miembro de un grupo dominante y un grupo marginado al mismo tiempo. Pero la posición aliada puede no capturar la complejidad de la interseccionalidad en la identidad, donde uno podría no caer perfectamente en un grupo aliado o oprimido.

Teniendo en cuenta todos esos desafíos, puede elegir un nombre que no sea aliado. Algunos prefieren términos como cómplice, activista, defensor, trabajador de solidaridad, mujeriego, feminista o colaborador de la comunidad. O puede eludir las etiquetas por completo y centrarse en cambio en la descripción de su misión, valores o esfuerzos para hacer un cambio social. Independientemente de cómo “lenguaje” usted y su trabajo político, es fundamental evitar la recreación de la dinámica de la opresión de la opresión en entornos activistas manteniendo la conciencia de su privilegio y poder.

Referencias

Mizock, L., y Page, K. (2016). Evaluar el papel aliado: justicia social y acción colectiva en el asesoramiento y la psicología. Revista de Acción Social en Consejería y Psicología, 8 (1), 17-33.

Yamato, G. (1990). Algo sobre el tema hace que sea difícil nombrarlo. En G. Anzaldua (Ed.). Hacer frente, hacer alma, perspectivas creativas y críticas de las mujeres de color (pp. 20-24). San Francisco, CA: Libro de la Fundación de la tía Lute.