El impacto neurológico residual de la agresión sexual

La investigación explora cómo el trauma afecta la función cerebral.

El trauma por agresión sexual puede tener un impacto significativo en el estado neurológico de un individuo que dura más allá del período de tiempo en el que ocurrió el evento traumático. Para llevar una vida productiva y satisfactoria, las víctimas de asalto deben poder regresar a un estado emocional y fisiológico en el que se sientan seguros. Sin embargo, las personas que han vivido traumas sexuales a menudo luchan por regresar al estado parasimpático de calma en sus vidas cotidianas, que pueden tener efectos dañinos duraderos en la estructura cerebral, la función mental y la memoria.

Una víctima de asalto también puede ser re-traumatizada por eventos subsiguientes cuando intentan presentarse. Hemos visto que esto sucedió recientemente cuando la Dra. Christine Blasey Ford dio su testimonio sobre un presunto abuso sexual por parte del juez del Tribunal Supremo, Brett Kavanaugh. La doctora Ford se encontraba en una situación en la que ella podría haber sido re-traumatizada por esta línea de preguntas y por la negación de sus afirmaciones por parte de los legisladores. En casos como el del Dr. Blasey Ford, las víctimas de asalto deben desarrollar fuertes habilidades de afrontamiento para soportar la vida después de un trauma. Para hacer esto, a los sobrevivientes se les debe enseñar a regular conscientemente sus reacciones fisiológicas para que sean más tolerantes y resistentes al estrés repetido, para que sus cerebros vuelvan a un estado relajado y parasimpático.

Estructura cerebral

El trauma hace que los cerebros de los sobrevivientes de agresión sexual cambien, tanto estructural como funcionalmente. Los sobrevivientes de asalto necesitan regresar sus cerebros a un estado homeostático para llegar a un lugar mental donde puedan sentirse seguros y funcionar correctamente. Sin embargo, los traumas repetidos pueden hacer que las víctimas se vuelvan muy vigilantes. Dependiendo del momento crítico en el desarrollo del trauma, algunos traumas pueden ser más debilitantes que otros. El trauma repetido puede agrandar la amígdala, la región responsable de “huir, luchar y congelarse”. La comunicación inhibida entre la amígdala y la corteza prefrontal, nuestro sitio de funcionamiento ejecutivo, puede ocurrir con traumas repetidos, lo que permite que la persona traumatizada reaccione a través de Amígdala y no responden a través de la corteza prefrontal. Para participar en un estilo de vida saludable, los seres humanos necesitan estar tranquilos al respirar seis ciclos por minuto, regular la temperatura de la piel por encima de aproximadamente 90 grados y acceder a la onda cerebral correcta del ritmo motor sensorial, entre 12 y 15 hercios. En cambio, muchos de nosotros hemos sido entrenados por nuestros entornos estresantes o por la exposición traumática repetida para vivir nuestras vidas en un estado tenso con respiración errática y activación constante del sistema nervioso simpático. De esta manera, perdemos la capacidad de tener control sobre nuestros estados mentales y fisiológicos. Como educadores y profesionales de la salud mental, debemos enseñar a las personas a regular los síntomas del trauma, para que puedan vivir la vida y funcionar al máximo de su capacidad.

Trastorno de estrés postraumático

Los estudios extensivos de neuroimagen en los cerebros de pacientes con TEPT muestran que varias regiones difieren estructural y funcionalmente de las de individuos sanos. La amígdala, el hipocampo y la corteza prefrontal ventromedial desempeñan un papel en el desencadenamiento de los síntomas típicos del trastorno de estrés postraumático. Los pacientes con TEPT con volumen de hipocampo reducido pueden perder la capacidad de discriminar entre experiencias pasadas y presentes o interpretar adecuadamente los contextos ambientales. Esto puede dar como resultado que una víctima de agresión sexual vincule cosas específicas sobre su ataque a su vida, como el lugar o la época del año en que fue agredida, lo que puede llevar a los sobrevivientes a tener “desencadenantes” mentales que llevan a la sensación de reincidencia. Experimentando el asalto meses o incluso años después del evento traumático.

Memoria

Los sobrevivientes a menudo tienen dificultades para poner su ataque en palabras o recordar detalles específicos del asalto, ya que el cerebro tiene mecanismos de afrontamiento que pueden enterrar estos recuerdos para que las víctimas de ataques puedan continuar funcionando. Lo que hizo el Dr. Ford fue bastante valiente, ya que estar en una situación en la que los detalles de su ataque están siendo contados públicamente y cuestionados es altamente estresante. En tal situación, el cuerpo trata de regularse, y el mecanismo de “lucha o huida” se activa, por lo que levantarse en una audiencia publicitada como el Dr. Ford y dar testimonio, debe trabajar en contra de su propio sesgo negativo. En resumen, el sesgo negativo significa que estamos programados para la supervivencia. Cuando sucede algo malo, lo recordamos y luego lo programamos para manejar situaciones de extrema coacción después de un trauma. Desafortunadamente, si no se equilibra con las habilidades de autorregulación, la persona puede ver el mundo desde esta perspectiva negativa y reactiva. El trauma repetido empeora este sesgo negativo, y luego tenemos que trabajar más duro para recordar, apreciar y actuar sobre los aspectos positivos de la vida.

Vivimos en un mundo donde muchos de nosotros luchamos por mantener un estado parasimpático. Como profesionales de la salud mental, nuestro objetivo debe ser enseñar a las personas a ser más tolerantes a los factores estresantes. Una forma de hacerlo es enseñando a los sobrevivientes a regular la respiración, la temperatura de la piel y la variabilidad de la frecuencia cardíaca. Estas habilidades básicas de biorretroalimentación pueden utilizarse diariamente o cuando surgen factores estresantes. Los sobrevivientes como el Dr. Ford, que corren el riesgo de volver a traumatizarse cuando presentan historias de su agresión, deben utilizar sus habilidades de autorregulación para superar el pánico y la ansiedad que conlleva la reexperiencia de la agresión sexual. El trauma sexual puede afectar a una persona para siempre, pero los profesionales de la salud mental pueden ayudar escuchando la historia sin juzgar y enseñando habilidades de autorregulación para enfrentar los factores estresantes pasados, presentes y futuros. La escucha activa el sistema de compromiso social del cerebro, accediendo al apego necesario y las necesidades de seguridad personal. Luego, enseñar habilidades de biorretroalimentación activa el necesario sistema nervioso parasimpático necesario para la calma y la recuperación. Finalmente, la construcción estratégica de actividades de estilo de vida más saludables, como el sueño necesario, el ejercicio, la nutrición, la espiritualidad y el significado, ayuda a restaurar la salud general.