La actual ola de intolerancia y división mundial a menudo está vinculada a los estereotipos sobre grupos étnicos que colocan a las personas injustamente en cajas: “Los negros son violentos”, “los mexicanos son violadores y traficantes de drogas”. ‘Los alemanes son guerreros de guerra’ ‘Los judíos son codiciosos’; ‘Los árabes son terroristas’. Si nos rendimos a estas tentaciones, corremos el riesgo de deshumanizar a aquellos que son diferentes y crear un mundo de “ellos” frente a “nosotros”. Los credos y los dogmas son creaciones sociales y culturales. Debemos aprender a aceptar nuestras diferencias y apreciar nuestra diversidad siempre que esas ideologías y credos requieran una coexistencia pacífica.
Hay una necesidad urgente de abordar el continuo mal uso de la palabra raza y reemplazarla con ‘grupo étnico’. ‘La raza’ es un mito; una reliquia del pasado; un término científicamente inexacto que ha traído miseria y dolor a innumerables millones. Si bien se ha utilizado para reforzar los estereotipos populares, el problema es que la raza es una realidad social porque muchas personas creen que existe y actúan en consecuencia. Los intentos anteriores de comprender el comportamiento humano a través de la lente de la raza han llevado a una discriminación y explotación generalizadas. Si bien cada uno de nosotros tiene un patrimonio genético único, todos somos parte de una sola especie: Homo sapiens, que comparten una ascendencia común. Los seres humanos han existido por más de 300,000 años, no lo suficiente como para convertirse en una especie separada. Hemos evolucionado las diferencias a través de mutaciones a medida que nos adaptamos a diferentes entornos. Independientemente de nuestras características externas superficiales, los humanos son mucho más parecidos que diferentes. Nuestro ADN es idéntico en un 99.9 por ciento.
Debemos difundir el mensaje de que la raza no tiene prestigio en la ciencia moderna. Es hora de abolir esta idea anticuada y, en cambio, referirse a las personas según su herencia étnica. La noción de razas diferentes contribuye a la creencia de que hay un “ellos” y “nosotros”, cuando la ciencia nos dice que solo hay un “nosotros”. Si queremos sobrevivir como especie, debemos comprender mejor quiénes somos y seguir difundiendo esta verdad fugitiva.
Referencias
Bartolomé, Robert E., Anja Reumschüessel (octubre de 2018). Intolerancia americana: Nuestra oscura historia de demonizar a los inmigrantes . Amherst, Nueva York: Prometeo.