La democracia depende de la promoción del bien común

En una democracia, es todos o nadie.

¿Han perdido los estadounidenses su compromiso con el bien común? ¿Han dejado de sentirse responsables del bienestar de todos los miembros de su comunidad? ¿Han perdido su compromiso de garantizar que los grupos o individuos desfavorecidos compartan los beneficios de nuestra sociedad? ¿O están esperando redescubrir que el bienestar de nuestra nación depende del compromiso de los ciudadanos con el bien común?

El bien común se refiere a las políticas, decisiones y acciones que son beneficiosas para la mayoría o todos los miembros de una comunidad o sociedad determinada. En una democracia, se espera que los ciudadanos trabajen para el bien de todos los ciudadanos, en lugar de intentar solo maximizar el beneficio personal. Filósofos como John Locke, David Hume, Niccolo Machiavelli, Jean-Jacques Rousseau y John Rawls, han declarado que la democracia fracasará si los ciudadanos se preocupan más por los beneficios personales que por el bien común. Están de acuerdo en que el objetivo del gobierno es garantizar el bienestar de todos los ciudadanos y que ningún gobierno debe servir únicamente a intereses especiales, como los intereses de los ricos y poderosos. La naturaleza del bien común, sin embargo, se ha definido de varias maneras. Platón veía el bien común como cualquier cosa que promueve la armonía social, la cooperación y la amistad entre los ciudadanos. Sócrates lo definió como ciudadanos que sienten placer cuando otros ciudadanos tienen éxito y dolor cuando otros ciudadanos fallan. Esto aumenta la cohesión y la unidad de la sociedad. Maquiavelo definió el bien común como resultado de la virtud de los ciudadanos, que se mide por el grado en que los ciudadanos ponen el bien de todos sobre su beneficio individual. Rousseau lo definió como el objetivo final de cualquier sociedad. Más recientemente, Rawls definió el bien común como asegurar que cada ciudadano tenga las mismas libertades y la misma oportunidad de lograrlo, así como garantizar que los factores sociales y económicos favorezcan a los ciudadanos menos favorecidos. Y el bien común no solo es importante en las democracias. Adam Smith, en La riqueza de las naciones, señaló que el capitalismo solo funciona mientras la gente valore el bien común por encima de las ganancias personales.

A pesar de la variedad de definiciones del bien común, los filósofos y otros científicos sociales coinciden en que cuando los ciudadanos ya no se preocupan por el bien común y ya no asumen la responsabilidad de garantizar una buena vida para todos los ciudadanos, la democracia se vuelve disfuncional y en el peor de los casos falla al pasar a la dictadura o al caos.

Existe amplia evidencia, como la brecha de ingresos, fallas en los sistemas de salud y educación, y hambre infantil, que el bien común no es una alta prioridad para muchos miembros de nuestra sociedad. Si se quiere aumentar el compromiso con el bien común, hay que enfatizar al menos tres aspectos de la democracia.

En primer lugar, es necesario destacar los objetivos comunes (es decir, la interdependencia positiva entre los objetivos) entre los ciudadanos. Los objetivos comunes incluyen (como se establece en la Constitución de los Estados Unidos) formar una democracia más unificada, establecer una justicia equitativa para todos los ciudadanos, garantizar relaciones afectuosas y positivas entre todos los ciudadanos, garantizar la defensa común y promover el bienestar general de todos los ciudadanos y asegurando las bendiciones de la libertad para todos los ciudadanos y sus descendientes. El énfasis de todos estos objetivos es que todos los ciudadanos se benefician de sus logros, no solo un pequeño porcentaje de la población.

En segundo lugar, todos los ciudadanos deben comprender que comparten un destino común. A la larga, todos los ciudadanos florecerán o nadie florecerá. Una democracia no puede sobrevivir si la mayoría de los ciudadanos pierde la fe en la imparcialidad de los procesos y las decisiones políticas. Hay un dicho Cree Indian, “El dolor de uno es el dolor de todos, el honor de uno es el honor de todos”. Refleja el destino común e interdependiente que se encuentra entre los miembros de una sociedad. Si los ricos y poderosos toman el control de un país, y los funcionarios del gobierno se enfocan en proporcionar beneficios a los ricos a expensas de los ciudadanos no ricos y no poderosos, entonces el país puede no ser una democracia efectiva por mucho tiempo. Cuando se reconoce el destino común de todos, el bienestar de todos los ciudadanos se vuelve esencial.

En tercer lugar, la orientación moral de los ciudadanos debe incluir la valoración del bien común. Los valores éticos deben enfatizar el bien de todos por el bien de unos pocos privilegiados. Esto incluye promover el éxito de los ciudadanos y enorgullecerse de sus logros. El patriotismo, como posición moral, debe incluir una preocupación por los niños, los pobres y los discapacitados, ya que no pueden florecer sin la asistencia activa de la mayoría de sus conciudadanos.

Contribuir al bien común implica aceptar la responsabilidad de participar en los procesos políticos y cívicos que garantizarán que todos los ciudadanos se beneficien de las políticas y decisiones tomadas por el Congreso, legisladores, jueces y otros responsables de la toma de decisiones. La democracia se ve amenazada cuando la política partidista, los grupos de intereses especiales y los contribuyentes adinerados influyen en las decisiones, de modo que (a) los grupos privilegiados son favorecidos y (b) las necesidades de la mayoría son ignoradas. Quizás lo que se necesita en este momento de nuestra historia es un partido político destinado a promover el bien común, el Partido del Bien Común.