Los 3 hábitos más tóxicos de los abusadores emocionales

La práctica, no la perspicacia, cambia los hábitos.

Eldar Nurkovic/Shutterstock

Fuente: Eldar Nurkovic / Shutterstock

El hábito más tóxico que conduce a prácticamente todos los comportamientos abusivos es usar la culpa para regular las emociones. Siempre que los abusadores se sientan incómodos, decepcionados, culpables, avergonzados o tristes, es probable que se culpe a los compañeros e hijos. El hábito de culpar hace que los abusadores perciban su culpa y su vergüenza como castigos infligidos por sus compañeros, en lugar de motivaciones para ser fieles a sus valores más profundos. La culpa crónica crea una identidad de víctima y un sentido de derecho, que justifica, en la mente de los abusadores, cualquier comportamiento abusivo. Para cambiar el hábito, los abusadores deben practicar la regulación de su malestar al apreciar y proteger a sus seres queridos.

El segundo hábito más tóxico es contextualizar el comportamiento abusivo, que sirve para excusarlo: “Estaba estresado, cansado, hambriento, abrumado, sobre reaccionado, bebiendo en exceso, etc.” Esto le da al cerebro permiso para repetir el comportamiento la próxima vez que el contexto ocurre, es decir, cuando el abusador quiere adrenalina para obtener energía y confianza temporales. Para romper el hábito, los abusadores deben practicar lo que harán para ser más compasivos, amables o respetuosos la próxima vez que ocurra el contexto.

Cuando el cerebro no puede ver la perspectiva de otra persona, tiende a adivinar, y esa suposición generalmente se basa en el estado emocional actual. Debido a que los abusadores tienden a sentirse negativos la mayor parte del tiempo, forman hábitos de asumir lo peor sobre las intenciones de sus parejas. Para romper estos hábitos, deben practicar la visión binocular: la capacidad de ver las perspectivas de sus compañeros junto con las suyas.

El tratamiento sale mal cuando se enfoca en explicaciones de por qué los abusadores desarrollaron los hábitos anteriores. Lo que pueda haber iniciado los hábitos emocionales no es lo que los sostiene. La repetición en el tiempo hace que los hábitos se arraiguen y se vuelvan automáticos, independientemente de lo que los haya iniciado. Comprender cómo los abusadores se metieron en el agujero no los va a sacar de él. Sólo la práctica de nuevos hábitos, específicamente la compasión y la amabilidad, los sacará del agujero que han cavado para sí mismos.

Otro error común en el tratamiento de los abusadores es tratar con detalles específicos sobre lo que ellos culpan y resienten. Sus hábitos se activan por incomodidad interna. Si resuelves una docena de cosas que culpan a sus parejas, una docena más tomará su lugar, a menos que aprendan nuevos hábitos.

Es fácil para los terapeutas caer en la trampa de resolución de problemas. En las relaciones abusivas, ambas partes hacen las cosas mal. Lo que hace mal el compañero abusado es equivalente a colocar los muebles en el lugar equivocado en la cubierta del Titanic. El comportamiento abusivo ha abierto un agujero en el costado del casco. Discutir sobre dónde deberían ir los muebles no salvará al barco.