¿Qué tenemos que sea lo más precioso?

¿Hemos olvidado lo que tenemos que es más valioso para nosotros?

Uno se pregunta si hemos olvidado o perdido de vista en ocasiones lo que es más precioso en nuestras vidas hoy, y cuáles serán las consecuencias de esto. Muchos de nosotros estamos tan ocupados tratando de ganarnos la vida, compitiendo, esforzándonos en diversos esfuerzos para lograr lo que consideramos que es algo valioso para la sociedad, que tal vez nos estamos olvidando de que lo más valioso está ahí mismo, accesible para nosotros cada día.

Cuando miro hacia atrás en mi vida y pienso en mis luchas para ganarme la vida, para escribir, para lograr algún tipo de reconocimiento o reconocimiento, me doy cuenta de que a veces puedo haber perdido de vista lo que era más valioso para mí: mis hijos, mis tres hijas que me han traído tanta alegría en mi vida. Ha habido momentos en que he puesto mi propio trabajo y ambición ante el bien de mis hijos. Por ejemplo, me apresuré a ir a casa para dar una clase de escritura creativa, dejando a mi hija menor, una madre joven e inexperta, con un bebé recién nacido, en un país extranjero, con su esposo notablemente ausente de su lado. ¿Qué estaba pensando?

¿Y qué nos pasa como país que no protegemos a nuestros jóvenes, a nuestra dote más preciado, a nuestros hijos? ¿Cómo pueden los jóvenes con los que tenemos la suerte de ser dotados, nuestro regalo más preciado y el futuro de nuestro país, ser asesinados una y otra vez a sangre fría? ¿Por qué nadie pregunta por qué esto sucede solo en Estados Unidos, un país donde seguramente tenemos los medios para proteger a nuestros niños? ¿Cuál es la diferencia entre nosotros y los países de Europa o Inglaterra o Asia o África, donde estos salvajes y repetidos tiroteos escolares no ocurren? ¿Qué tipo de comportamiento bárbaro es este y qué hay en la raíz de todo?

No creo que deba escribir la diferencia, es simplemente una palabra con tres letras. ¿Por qué deseamos proteger nuestro supuestamente sagrado derecho a la violencia cuando está matando a aquellos que deberíamos proteger? ¿Qué más tenemos que atesorar por encima de todo? ¿Qué pasa con nosotros? ¿Qué es lo que estamos protegiendo: alguna idea de masculinidad falsa, fuerza falsa, falsa virilidad? ¿Qué es lo que tememos?

Culpar de esto a los enfermos mentales es desmesurado, intentar detectar señales de violencia naciente antes de que ocurra es imposible. Lo que debe hacerse es obvio y muy simple.