¿Qué hay de malo en dar consejos? A veces nada. La verdad es que me encanta dar consejos. Incluso me pagan por hacerlo. La asesoría desempeña un papel valioso en mis amistades y en el matrimonio también. De hecho, es una fortaleza poder ofrecer y recibir consejos.
Pero hay consejos, ¡y luego consejos! Entonces, ¿cuándo es útil dar consejos?
En algunas amistades y circunstancias, lo más útil que podemos hacer es no serlo. Apresurarse para ofrecer consejos, como apresurarse para animar a alguien, puede reflejar nuestra propia incapacidad para permanecer emocionalmente presentes ante los problemas y el dolor de otra persona, o para experimentar el nuestro.
Si nos movemos demasiado rápido con las soluciones, podemos hacer que sea más difícil para otros estar en contacto con su propia competencia y recursos internos, y, sin saberlo, les robamos a los que amamos la oportunidad de sentir lo que sienten y expresarnos. Aprender a ser un oyente cariñoso y un interrogador hábil puede hacer mucho para que otros puedan encontrar sus propias soluciones.
Recuerde esto: si se siente enojado cuando la otra persona no sigue su consejo, es una buena indicación de que no debe darlo.
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