¿Quieres niños empáticos? Toma la alegría en la empatía

La columna de Jane Brody esta semana tiene una buena introducción para enseñar empatía a los niños. Uno de los puntos clave es que los niños están naturalmente predispuestos a la empatía; por ejemplo, los recién nacidos llorarán cuando escuchen a otros bebés llorando y, a menudo, los niños pequeños ofrecerán espontáneamente sus cobijas u otros artículos de confort si ven que mamá o papá se ven molestos.

Pero esta inclinación natural, al igual que la inclinación natural de los niños a aprender el lenguaje, requiere exposiciones ambientales clave para poder desarrollarse. El más importante de estos es crianza y crianza receptiva. Los bebés cuyas necesidades de tacto, consuelo y alivio no son atendidos regularmente por uno o dos cuidadores principales tendrán dificultad para desarrollar empatía, así como los bebés que no están expuestos al habla no podrán aprender a hablar.

La empatía, entonces, se desarrolla a partir de la experiencia de la empatía, no del sufrimiento. Tendemos a pensar en la empatía como algo que viene de "saber cómo es" sentir dolor, pero los orígenes de la empatía se encuentran en la nutrición compartida. Las personas son más empáticas cuando se sienten tranquilas y seguras: si sus propias necesidades no se satisfacen, es difícil pensar en las de los demás. Es por eso que es imposible echar a perder a un bebé respondiendo a él o ella, y por qué el castigo no convierte a los agresores en personas más agradables.

Si quieres niños empáticos, lo mejor que puedes hacer es ser una persona empática y mostrarles a los niños por qué la bondad importa. También demuéstreles que se siente bien: la gente a menudo se siente avergonzada por el placer de ayudar a los demás, porque lo ve como algo indecoroso o como una especie de mancha que hace que un acto altruista sea egoísta. Como todos se benefician de la alegría compartida, esta actitud no ayuda a aumentar la empatía.