Resolviendo la paradoja de la raza

Por Linda R. Tropp y Rachel D. Godsil

Esta es la primera de una serie de cuatro partes que explora cómo los prejuicios y prejuicios raciales continúan teniendo un impacto negativo en Estados Unidos, a pesar del rechazo generalizado de las ideologías racistas por parte de los estadounidenses. Se basa ampliamente en nuestro volumen, La ciencia de la igualdad: abordar el sesgo implícito, la ansiedad racial y la amenaza estereotipada en la educación y la sanidad . Esta primera parte explora cómo el sesgo implícito o subconsciente puede afectar nuestro comportamiento.

 

Muchos estadounidenses blancos, al examinar sus propios valores y sistemas de creencias, genuinamente creen que no son racistas. Llegan a la conclusión de que la raza ha disminuido en importancia, y señalan ejemplos tan destacados como la elección de un presidente negro para confirmar su creencia de que la raza ha dejado de ser un factor importante en la sociedad estadounidense. Sin embargo, las personas de color -particularmente los negros- a menudo tienen una visión muy diferente de cuánto afecta la raza a sus vidas y oportunidades. En una encuesta de Gallup de 2013, el 68 por ciento de los afroamericanos y el 40 por ciento de los hispanos afirmaron que el sistema de justicia estadounidense es parcial contra los negros, en comparación con solo el 25 por ciento de los blancos no hispanos. Las negras también sienten que están en desventaja para conseguir trabajos. Esta es la paradoja central de la raza en la actualidad: los blancos genuinamente creen que ellos y la mayoría de los otros blancos no son "racistas", mientras que la mayoría de los afroamericanos y latinos creen que Estados Unidos sigue siendo parcial en su contra. ¿Qué explica esta diferencia?

Por supuesto, es posible que un lado sea incorrecto o simplemente esté mintiendo. Pero creemos que una mejor explicación para la coexistencia de estas dos ideas contradictorias es que la mayoría de los blancos no son consciente y deliberadamente racistas, pero albergan prejuicios raciales implícitos que operan a un nivel subconsciente. Por ejemplo, los blancos pueden rechazar conscientemente la asociación de negros con la criminalidad. Pero ellos inconscientemente pueden aferrarse a tales estereotipos de maneras que afectan negativamente su comportamiento hacia los negros. Debido a que estos sesgos son implícitos, es decir, subconscientes, la mayoría de los blancos ni siquiera son conscientes de tenerlos.

El racismo es ampliamente repudiado en la sociedad estadounidense, por lo que puede ser difícil determinar cuáles son realmente las actitudes y creencias de las personas sobre la raza. Las personas pueden ser reacias a admitir que tienen sentimientos racistas, o pueden no estar realmente conscientes de tenerlas. Los científicos sociales han desarrollado una variedad cada vez más sofisticada de mecanismos para identificar y medir estereotipos y actitudes automáticos. Por ejemplo, la prueba de asociación implícita mide si existe una diferencia de tiempo entre la capacidad de una persona para asociar caras negras o blancas con conceptos positivos o negativos. (Para obtener una explicación de la prueba y tratar de tomarla usted mismo, haga clic aquí). Los desarrollos tecnológicos están avanzando en este trabajo: las herramientas fisiológicas como las fMRI no solo pueden medir la presencia de sesgo implícito sino también si las personas están intentando activamente suprimirlas. sentimientos.

El sesgo implícito no necesariamente se asocia con actitudes negativas hacia otros grupos. A veces solo significa que las personas no miran de manera tan favorable a los grupos externos como lo hacen con los miembros de su propio grupo. Los psicólogos sugieren que la preferencia "dentro del grupo" ayuda a explicar por qué los blancos a menudo prefieren y juzgan favorablemente a sus compañeros blancos, incluso cuando tienen actitudes neutrales, en lugar de conscientemente negativas, hacia los negros y otros miembros externos. Esta combinación de sesgo implícito y consideración positiva dentro del grupo puede producir resultados que reflejan el racismo anticuado, incluso en ausencia de una real malicia o intención de ser parcial.

Estas son algunas de las formas en que se ha demostrado que el sesgo implícito afecta el comportamiento:

  • En estudios de laboratorio, puede afectar la velocidad con la que un oficial de policía decide disparar una posible amenaza basada en la raza.
  • Puede reducir la tasa de devoluciones de llamadas de trabajos para candidatos negros igualmente calificados;
  • Puede significar que los médicos reaccionan con menos urgencia cuando los pacientes negros presentan síntomas agudos (como infartos o ataques cardíacos) que requieren trombolisis;
  • Puede aumentar la probabilidad de que los afroamericanos con características estereotípicamente negras reciban sentencias de prisión más largas o incluso sean condenados a muerte.

Aunque principalmente nos enfocamos en las relaciones blanco-negro, es importante notar que el sesgo implícito opera de maneras que van más allá de este binario racial familiar. Por ejemplo, los investigadores han descubierto que muchos estadounidenses blancos tienden a subestimar la capacidad de los fiscales asiáticos, tal vez debido al estereotipo de que los asiáticos son "educados" y no agresivos. Asimismo, es importante notar que nuestro enfoque en la dimensión subconsciente u oculta de los prejuicios no significa que creemos que el racismo es inútil o imposible de erradicar. Existen formas de combatir los prejuicios implícitos en nosotros mismos y en otros, que discutiremos en una sección posterior.

Pero antes de llegar allí, tenemos que notar una desafortunada ironía. Volverse más consciente de sí mismo acerca de la dinámica racial y preocuparse por nuestros prejuicios ocultos puede tener un efecto secundario contraproducente: sentimientos crecientes de ansiedad racial. En nuestra próxima publicación, exploraremos cómo la ansiedad racial y una segunda "trampa" cognitiva llamada amenaza estereotipada pueden disminuir la calidad de las interacciones interpersonales entre grupos y, sin querer, terminar reforzando las desigualdades raciales existentes.

Linda R. Tropp es profesora en el Departamento de Ciencias Psicológicas y Cerebrales y directora del Programa de Psicología de la Paz y la Violencia en la Universidad de Massachusetts, Amherst.

Rachel D. Godsil es directora de investigación en el Instituto Perception y Eleanor Bontecou es profesora de derecho en la Facultad de Derecho de la Universidad Seton Hall.