¿Se le debe permitir a un niño tener un mejor amigo?

Un artículo en el New York Times de hoy desafió la idea de que los niños deberían tener mejores amigos. ¿Un mejor amigo? Debe estar bromeando por Hilary Stout provocó angustia entre los padres al informar que varios administradores de escuelas y campamentos están tratando, de hecho, de aplacar las mejores amistades. El razonamiento de los profesionales: los niños deben ser amigos de todos, porque la exclusividad prepara el escenario para las camarillas y la intimidación.

El artículo pasó por alto el hecho de que existen diferencias entre las personas (tanto adultos como niños) en su necesidad de amistades. A fuerza de personalidad, algunos niños son mariposas sociales y otros prefieren pasar más tiempo solos, con un mejor amigo íntimo, o con hermanos u otros miembros de la familia. Si bien existen fuertes presiones culturales para alentar a los niños a expandir su círculo social, los adultos deben respetar el estilo y las preferencias de amistad de cada niño.

En mi opinión, ni los funcionarios de la escuela ni los padres deberían estar "regulando" las amistades. Cuando los maestros (o padres) se acercan demasiado o se entrometen ante la primera señal de tiff entre los niños, a los niños se les niega la oportunidad de aprender lecciones de amistad que necesitarán cuando sean adultos. Los niños necesitan poder elegir amigos y resolver problemas de la manera más independiente posible, tomando en consideración, por supuesto, la edad y el nivel de madurez del niño.

Los padres sirven como modelos a seguir para sus hijos. Demuestran cómo los amigos pueden ser fuentes de alegría, intercambio y apoyo de por vida. Pero los padres también deben ser honestos al transmitir el mensaje a sus hijos de que los problemas invariablemente surgen en las relaciones y deben resolverse. No deberían avergonzarse de admitir que algunas diferencias resultan irreconciliables, y que la mayoría de las amistades, incluso las muy buenas, tienen fechas de caducidad.

Es un error dar el salto al pensar que las amistades cercanas conducen a la intimidación. De hecho, cuando los niños son intimidados o excluidos, son sus verdaderos amigos los que "tienen la espalda" y pueden protegerlos de ese trauma.

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