Una crisis de ruido – Mensajes hacia / desde nuestros cerebros

Argh! ¿No nos sentimos abrumados por la cantidad de información que inunda nuestros cerebros? El problema es más que "noticias falsas". ¿Cómo podemos saber qué información es útil e importante para nosotros?

Afortunadamente, en nuestro sistema de mercado abierto, y gracias a Internet y las redes sociales, hay muchas fuentes de información. Espera, ¿no es esta parte del problema?

Necesitamos desarrollar nuevas habilidades de supervivencia. Necesitamos enseñarles a nuestros hijos a lidiar con esta situación, lo cual nos hemos traído a nosotros mismos a través de nuestro impulso hacia las nuevas tecnologías, las economías impulsadas por el consumo masivo y simplemente a más personas en el mundo. La educación formal no es suficiente.

El problema fundamental para nosotros es descubrir qué creer. Los Millennials parecen acercarse a esto haciendo caso omiso de la sabiduría convencional y las "fuentes del establishment" y confiando en su propia experiencia y la de los demás, incluso los extraños, así como los amigos. Las redes sociales son una tecnología clave que ha permitido esta nueva habilidad de supervivencia. ¿Es suficiente?

¿Qué principios generales nos ayudan a entender este desafío? En electrónica, el término técnico para el problema es "relación señal-ruido". Cuando el ruido es demasiado fuerte, ahoga la señal. El desarrollo de filtros altamente efectivos y eficientes ha permitido la calidad de sonido que hemos llegado a esperar en la radio, la televisión y los teléfonos celulares. Esto se debe a la capacidad de medir y controlar las señales eléctricas con mucha precisión. El ruido consiste en señales aleatorias, señales que no contribuyen a patrones conocidos o comprensibles. Solo podemos interpretar el significado a través de patrones. Las computadoras son mucho mejores en procesar grandes cantidades de datos y descubrir patrones que pueden existir o no.

¿Cuáles son las señales que procesan nuestros cerebros? Desafortunadamente, nuestro conocimiento actual no nos permite medir y manipular las comunicaciones moleculares entre las células de nuestro cuerpo y nuestro cerebro.

Estamos en guerra! Aparentemente, hay más células bacterianas en nuestro intestino, el microbioma, que las células de nuestro cuerpo. Existen "buenas bacterias", que ayudan a nuestra digestión, apoyan nuestro sistema inmunológico, proporcionan vitaminas y otros productos bioquímicos esenciales. También hay "bacterias malas", y cuando el equilibrio entre lo bueno y lo malo se inclina a favor de lo malo, pueden producirse enfermedades. Un estado leve de desequilibrio podría ser un malestar estomacal. Una afección más grave puede ser diarrea o estreñimiento. Las cosas solo empeoran después de eso. Entonces, estas bacterias están en guerra unas con otras. Nuestros cuerpos son el campo de batalla.

Hay investigaciones científicas que respaldan la idea de que tanto las bacterias buenas como las malas continúan enviando mensajes a nuestros cerebros, dirigiendo nuestros antojos por ciertos tipos de alimentos. ¡Los mensajes de las bacterias malas nos dicen que comamos alimentos que no son saludables! Este es otro tipo de guerra dentro de nuestro cerebro de la que muchos de nosotros podríamos no habernos dado cuenta. Esta es una batalla por la atención. ¿Cómo sabemos a qué voces creer y responder?

Nuestra supervivencia parece depender de qué tan bien apoyemos a las bacterias buenas, al comer los alimentos y comportarnos de manera que sean buenos para ellos y no apoyar las bacterias malas. ¡Nuestro cuerpo físico existe para alimentar a las bacterias en nuestro intestino! Qué noción.

En el proceso de innovación, cuando una empresa está desarrollando un nuevo producto, existe un dilema similar. En la fase de Ideación, generamos una gran cantidad de conceptos nuevos para productos potenciales. Algunos de estos pueden ser muy inapropiados, y eso se fomenta. Llamamos a esto pensamiento divergente.

El siguiente paso, llamado pensamiento convergente, requiere combinar estas ideas locas en un mensaje más coherente. Esta es la parte realmente difícil. ¿Cómo sabemos que tenemos suficientes ideas? ¿Cómo podemos decir qué ideas son mejores que las demás? ¿Cómo decidimos qué creer?

¿Qué señales estamos percibiendo hoy? ¿Qué puntos de datos y tipos de entrada estamos procesando? ¿Qué puntos de datos adicionales podrían ser útiles? ¿Qué sentidos estamos usando? ¿Qué filtros estamos aplicando para ayudarnos a entender lo que observamos?

¿Como procedemos? Tal vez tenemos que aprender a hacer mejores preguntas, de fuentes más confiables, y reflexionar más sobre las respuestas que se nos presentan.