Una visión de las relaciones que necesita un entierro adecuado

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Existe una visión popular de las relaciones flotantes que dice algo así como: "Nadie tiene el poder de hacerte sentir nada". O: "Nadie puede hacerte sentir mal sin tu permiso". ¿Es esto cierto o una configuración para sentirse mal? cuando estamos afectado por las personas?

Ok, lo entiendo. Hay un grano de sabiduría en este consejo, tan miope como es. Alguien lanza un insulto, nos escupe en la cara o cree que somos despreciables. ¿Cómo reaccionamos? Si no hay un yo fuerte para enfrentar estos ataques, podemos tener un ataque de vergüenza, concluir que hay algo mal con nosotros o que merecemos ese trato. Gobernados por tales creencias, vemos a los demás como poderosos y nos vemos como víctimas indefensas.

Sin embargo, lo que sentimos es lo que sentimos. Aún así, nuestra experiencia inicial de vergüenza, miedo o dolor no necesita perder el control. Podemos aprender a relacionarnos con los eventos actuales de una manera más poderosa. Podemos cultivar la autoaceptación y el amor propio. Podemos practicar autocontrol y autorregulación, tal vez a través de la meditación o alguna actividad que nos tranquilice. Podemos crear un límite que nos proteja de las personas insensibles. Sus palabras poco amables dicen más sobre ellos que nosotros.

Pero lo que no podemos hacer, a menos que seamos el Buda, es no tener una mala sensación inicial cuando alguien dice o hace algo que hiere. Esforzarse por protegernos a nosotros mismos al ser sólidamente independientes y separados no es la forma en que estamos conectados.

La neurociencia moderna y la teoría del apego sugieren que la autodeterminación radical no es realista y promueve una visión inflada de nuestro poder. Somos una parte íntima de la red de la vida. En lugar de luchar por una independencia cuestionable, nuestro desafío es encontrar la libertad y el empoderamiento tejiendo nuestra autonomía con la intimidad que anhelamos.

La investigación detrás de Attachment Theory ofrece evidencia convincente de cómo prosperamos cuando estamos conectados. Podemos perdernos en la semántica de si podemos o no "hacernos sentir" algo. Pero la verdad es que nos afectamos irremediablemente con nuestras palabras, nuestro tono de voz y nuestras acciones.

Nuestro sistema nervioso sensible está en sintonía con nuestro entorno. Cuando el peligro real o imaginado acecha, luchamos, huimos o nos congelamos. Cuando nos sentimos seguros, nos relajamos y apreciamos las conexiones cálidas con nuestros compañeros humanos. Nuestro bienestar emocional y espiritual nos invita a abandonar nuestras defensas y disfrutar de conexiones ricas que nos nutren y estimulan nuestro sistema inmunológico.

Somos seres humanos con corazones sensibles. Luchar por una existencia en la que no nos afecten otras personas es crear una estructura defensiva y una armadura que nos proteja no solo del dolor sino también de los placeres tiernos de la vida. La sensación resultante de aislamiento crea angustia.

Tenemos el poder de herirnos o apoyarnos unos a otros. La madurez significa asumir la responsabilidad de cómo afectamos a las personas. El camino hacia una vida más satisfactoria no es retirarse a una fortaleza interior. Es permitirnos ser tocados por nuestras interacciones, ser conscientes de las reacciones emocionales que desencadenan las relaciones en nosotros y comprometernos con nuestra experiencia interna de una manera suave y amistosa.

Vivir en una relación nos invita a practicar el arte de bailar con fuego, como titulé mi libro. Nuestro camino a seguir es no esforzarse por no ser afectado por las personas y ver eso como fuerza y ​​madurez, sino más bien para navegar a través de las emociones ardientes que las relaciones nos brindan. Encontramos nuestro camino hacia el otro mientras nos mantenemos conectados con nosotros mismos y nos respondemos hábilmente el uno al otro de una manera auténtica. La clave para el cumplimiento de las relaciones es darse cuenta de cómo nos toca el uno al otro, mantener esos sentimientos con dulzura, calmarnos cuando sea necesario y comunicar nuestra experiencia interna de una manera que no culpe.

Afectamos a otros; otros nos afectan. La buena noticia es que no tenemos que reprendernos a nosotros mismos con la creencia de que no debemos dejarnos intimidar por palabras o actos desagradables. Podemos honrar lo que sentimos y comunicar nuestros sentimientos y necesidades de una manera que equilibre nuestra autonomía con una intimidad vibrante y viva.

John Amodeo
Fuente: John Amodeo

© John Amodeo

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John Amodeo, Ph.D., MFT es autor del galardonado libro, Dancing with Fire: Una forma consciente de amar las relaciones . Sus otros libros incluyen The Authentic Heart y ha sido terapeuta matrimonial y familiar con licencia por más de 35 años en el área de la Bahía de San Francisco y ha dictado conferencias y realizado talleres internacionalmente.