Convertirse en un lector de mente

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Fuente: johnhain / Pixabay CCO Public Domain

La conciencia generalmente se dirige hacia fuera en lugar de hacia dentro. Miramos la escena que pasa enfrente de nuestros ojos, sin prestar mucha atención a la corriente constante de pensamientos que se deslizan por nuestra mente. La naturaleza nos ha equipado para estar atentos a las cosas que suceden a nuestro alrededor, lo que nos permite evitar entrar en los agujeros que nos esperan y ser capaces de detectar una amenaza acechante por el rabillo del ojo.

La autoconciencia, o la conciencia de nuestro yo pensante, es un desarrollo mucho más reciente en la historia evolutiva, que ocurre probablemente alrededor del 11:59 de la era del reloj evolutivo de la historia humana. Sin embargo, vivir como lo hacemos en esa franja del tiempo evolutivo conocida como civilización moderna nos da los medios y la oportunidad de pensar sobre el pensamiento mismo y llevar a la conciencia la panoplia de pensamientos, imágenes y recuerdos que componen la cuenta corriente de nuestra experiencia mental.

Los objetivos móviles son difíciles de alcanzar, pero también pueden ser atrapados. Una forma de captar los pensamientos que pasan es enfocándonos hacia adentro. Aunque nuestra atención se dirige típicamente al mundo, podemos mantener un espejo en nosotros mismos al participar en un proceso de autorreflexión. Podemos extraer del éter de la conciencia los pensamientos que recorren nuestra mente. Están los pensamientos mundanos de la vida cotidiana, de las compras para comprar, los mandados para ejecutar, las tareas para completar. Pero subyacente a lo prosaico hay corrientes más profundas de pensamientos repetitivos que forman un trasfondo de experiencia consciente y emergen en la conciencia solo cuando son empujados por los eventos de la vida. Estos son los pensamientos de fracaso y pérdida, de frustración y miedo-pensamientos que tienen una calidad intemporal porque no están anclados a ningún evento en particular, sino dragados del pasado como el barro espeso en el fondo del océano.

¿Cuándo comenzamos a pensar en nosotros mismos como inadecuados? ¿Fue en la escuela secundaria? ¿La escuela primaria? ¿Cuándo comenzamos a odiarnos a nosotros mismos o tememos que algo terrible esté siempre a la vuelta de la esquina? ¿Cuándo comenzaron las voces negativas en nuestra cabeza y quién las puso allí?

Aquí hay dos maneras de atrapar estos pensamientos ofensivos:

(1) Es posible que podamos descubrir pensamientos intrusos al reconstruir la escena del crimen. Elija un momento en que se sintiera triste, enojado o preocupado. ¿Qué estaba sucediendo ese día que podría haberte llevado a sentirte de esta manera? ¿Por qué estabas preocupado? ¿Qué fue diferente en ese día en particular? ¿Que estabas pensando? Y lo más importante, ¿qué te estabas diciendo en voz baja?

(2) Otra forma de rastrear los factores desencadenantes del pensamiento es recreando en la imaginación un evento o experiencia particular asociado con una emoción negativa. Intente recordar la experiencia como si estuviera sucediendo ahora mismo, en el momento. ¿Puedes regresar a ese evento en tu imaginación? Con los ojos cerrados, intenta imaginar el evento de la manera más vívida posible en tu mente. Abre tu mente para traer de vuelta los pensamientos que pudiste haber experimentado en este momento.

¿Qué vas a encontrar en estas excursiones mentales? ¿Encontrarás pensamientos ofensivos que te aplasten por ser un perdedor inútil o que socaven las consecuencias negativas de los eventos decepcionantes?

Algunos pensamientos se pierden en el tiempo efímero, tan difíciles de atrapar como el sueño que escapa de la conciencia cuando despertamos. No importa. Los patrones resurgen. La próxima vez que experimente la misma emoción, detenga la acción y reflexione sobre lo que estaba pensando.

¿Necesitamos ser prisioneros de voces del pasado? Las voces de duda y auto recriminación, de ser un perdedor proverbial, un fracaso, una nada, permanecen sin ser examinadas en nuestra mente subconsciente hasta que los eventos presentes los llevan a la superficie de la conciencia: un grado decepcionante en la escuela, una mala evaluación en el trabajo, la falta de un compañero en un sábado por la noche. El pasado se hace presente y el presente presagia el futuro. Gran parte del trabajo de la terapia consiste en escuchar las voces interiores en nuestra cabeza, especialmente aquellas palabras de autodesprecio y luego aprender a desafiarlas y reemplazarlas por pensamientos más sensatos.

Los terapeutas se rigen por un principio fundamentalmente sólido de que las personas que ignoran su propia historia están obligadas a repetirla. Desde los tiempos de Freud, la creencia de que la autoconciencia o la comprensión son necesarias para un cambio duradero ha sido un principio permanente del proceso terapéutico. Sin embargo, unirnos a este principio nos presenta no uno sino dos grandes desafíos. Primero, ¿cómo podemos saber con certeza si alguna interpretación dada es correcta? Y segundo, porque el cambio solo puede ocurrir en el presente, ¿cómo el conocimiento del pasado puede afectar los cambios que podemos hacer en el presente?

El pasado es de hecho un prólogo del presente. En el presente, podemos rehacernos de maneras que nos permitan evitar los errores del pasado. Pero entender el pasado como un prólogo no significa que el cambio dependa de desenterrar el pasado. Si ese fuera el caso, seríamos como barcos en dique seco a la espera de las reparaciones necesarias antes de que pudiéramos zarpar de nuevo.

La metáfora de una mente rota, como la de un barco roto, no cuadra con nuestra comprensión del cambio. Una metáfora más apropiada sería la de encontrarse a uno mismo yendo por un camino equivocado y cambiando de rumbo. No necesita corregir nada más que la dirección en la que se dirige a realizar cambios en sus pensamientos y comportamiento. Puede cambiar su forma de pensar sobre la marcha y sobre la marcha. Puede cambiar los pensamientos distorsionados en alternativas racionales y cambiar los comportamientos indeseables en comportamientos deseables.

Las entradas en este blog buscan transparentar las cogniciones (pensamientos, imágenes, recuerdos) que subyacen en nuestros estados emocionales. Debido a que el cambio solo puede ocurrir en el presente, debemos ser más conscientes de cómo nuestros pensamientos y sentimientos se cruzan en el presente. Convertirse en un lector de ideas puede ayudarnos a desafiar y corregir las perturbadoras creencias distorsionadas que conducen a la angustia personal. Entonces, ¿qué pensamiento perturbador puedes atrapar y reemplazar con un pensamiento alternativo sensato?

(c) 2016 Jeffrey Nevid