Dar y recibir, el camino correcto

Friedrich Nietzsche dijo que un regalo no confiere ningún derecho. Pero él estaba equivocado sobre esto. De hecho, los obsequios son intercambios que implican reciprocidad, uniendo al dador y al receptor de muchas maneras.

Dar regalos es una expresión externa de una relación y, como con cualquier relación, puede mejorar o disminuir. La forma en que se lleva a cabo la transacción es tan importante como el contenido del regalo en sí.

Los humanos son cooperativos por naturaleza. Confiamos en otras personas para nuestra supervivencia. Una forma en que la evolución ha conspirado para promover la interdependencia mutua es construyendo en nuestras psiques un sentido de gratitud y reciprocidad. En su nivel más fundamental, esto se expresa en la actitud de "me rascas la espalda y te rasco la tuya". Nos turnamos para ayudarnos unos a otros. Estoy dispuesto a darte algo, incluso sacrificar por ti porque espero que cuando te necesite, estarás allí para mí.

Las motivaciones para hacer regalos son complejas. Damos porque somos generosos o queremos que se piense de esa manera; damos porque nos hace sentir bien ver felices a los demás; damos porque nos preocupamos por el bienestar de alguien o por el bienestar de la comunidad como un todo; damos debido a la presión social. Dar es un acto social que nos une para nuestro beneficio mutuo.

Dar-y recibir-debe hacerse correctamente si es para defender la dignidad humana. Con demasiada frecuencia, sin embargo, el intercambio está lleno de actitudes que resultan en una disminución de la autoestima o el resentimiento. El dador puede sentirse superior al receptor mientras se asalta la dignidad del receptor. Esta es la razón por la cual Moses Maimonides, el filósofo judío medieval, dijo que la forma más alta de donaciones benéficas se realiza anónimamente.

Un regalo que hace que una persona se sienta peor por haber recibido el regalo no es un verdadero regalo. Esto podría suceder cuando las donaciones son coaccionadas por la presión social y carecen de una preocupación real. Peor es cuando el dar surge de un sentimiento de superioridad o compasión, lo que refuerza las desigualdades sociales.

Así como hay una manera ética de dar un regalo, hay una forma adecuada de recibirlo. La parte más importante de recibir un regalo es reciprocante. No es necesario que devuelva regalo para regalar ni necesita estar con el obsequiador. Está regresando a quienes le importan y a quienes necesitan su atención lo que puede brindar, cuando puede y en la medida en que puede hacerlo.

Los obsequios éticos conducen a un sentido de gratitud y un espíritu de generosidad. Profundiza nuestras relaciones y fomenta la mutualidad y el respeto.