El enfoque del GPS para el dolor crónico

Como muchos lectores ya saben, y como se ha escrito tantas veces, la fibromialgia (FM) es un síndrome de dolor crónico funcional caracterizado por dolor generalizado, catastrofización significativa de ese dolor y, en la mente de algunos, disfunción.

Y aunque los pacientes con dolor crónico experimentan el dolor como un fenómeno principalmente somatosensorial, también es importante recordar la importancia de las emociones y la cognición en la experiencia del dolor crónico. Sin embargo, hay un eslabón perdido en la consideración del dolor crónico: ¿dónde y cuál es la interfaz entre la sensación física y somática de dolor y los componentes emocionales y cognitivos del ser humano?

Si bien varios estudios han demostrado una conectividad cerebral en reposo alterada en la FM, los estudios no han probado específicamente el sistema somatosensorial y su papel en los síntomas de FM tanto somáticos como no somáticos. El objetivo de un estudio publicado en la edición de mayo de 2015 de "Arthritis and Rheumatology" fue evaluar la conectividad de la corteza somatosensorial primaria en reposo y explorar cómo el dolor prolongado evocado del tejido profundo modula esta conectividad.

Los investigadores adquirieron imágenes de resonancia magnética funcional y datos de electrocardiografía en pacientes con fibromialgia y pacientes sanos de control durante el reposo y durante el dolor sostenido inducido por la presión mecánica sobre la pierna. Luego calcularon la conectividad funcional asociada con diferentes áreas de la parte somatosensorial del cerebro; en particular, la parte del cerebro que procesa el dolor en la parte inferior de la pierna se comparó con la experiencia del dolor durante la estimulación activa del dolor y después de la introducción de dichos estímulos del dolor.

Curiosamente, durante el período posterior a la aplicación del estímulo del dolor, hubo menos evidencia de conectividad entre las múltiples áreas del cerebro involucradas en el procesamiento del dolor somático, y esto se correlacionó con la gravedad percibida del dolor. Por otro lado, en comparación con la llamada fase de reposo, la fase dolorosa produjo una mayor conectividad cerebral somatosensorial en el área llamada ínsula anterior, tanto en el lado derecho como en el izquierdo del cerebro; esta misma actividad no se observó en los controles sanos.

Además, los investigadores observaron que la asociación entre la conectividad somatosensorial y el dolor, la respuesta emocional al dolor y las otras respuestas físicas al dolor (como una frecuencia cardíaca rápida), se localizaron en la ínsula anterior derecha; pero la atención cognitiva del dolor se localizó en la ínsula anterior izquierda.

Por lo tanto, de acuerdo con este informe de investigación, parecería que el dolor crónico que se experimenta como un estimulante físico nocivo y que a menudo va de la mano con síntomas cuyo origen se encuentra en las partes emocionales y cognitivas del ser humano, es impulsado por enlaces neuronales entre la parte somatosensorial del cerebro y las partes que procesan y expresan la salida cerebral emocional y cognitiva.

El siguiente paso es tratar de manipular estas conexiones para producir un paciente que experimente menos dolor, o al menos más tolerancia al dolor.

Es posible. Creo.